Pretend It´s A City, es un documental de Netflix en el que la escritora Fran Lebowitz repasa la ajetreada vida neoyorquina, el metro, las cafeterías, y el acto de valentía cotidiana que implica caminar la ciudad, y sobrevivir.
New York, como cualquier ciudad del mundo es su espacio, y la gracia de su espacio en su caso es su ausencia. Esa densidad de edificios, gente e historias no han impedido que exista una conexión entre la gente y su ciudad. Apropiarse de su ciudad, hacerse con ella. Isabel Díaz Ayuso diría “vivir a la madrileña”.
En Ecuador son pocas las ciudades que han logrado ese grado de conexión. Estamos llenos de identidades pequeñas y en algunos casos arraigadas, pero desapropiadas de su espacio.
Guayaquil parecía recuperar bríos, aunque no ha logrado incorporar a sus periferias, Quito vive entre el desgobierno y la desidia, y Cuenca parece recuperar la paz que le quitó el taladro del tranvía.
¿Y nosotros? En Ambato hemos tenido muchos avances en los últimos años, pero tras la pandemia reaparecen viejos fantasmas que nos pueden quitar la viada. La informalidad ha secuestrado ciertas arterias del centro de la ciudad y el Alcalde hace mutis por el foro, para no perder la costumbre. Incluso la Diócesis prefiere ponerle rejas al atrio antes que pintar la Catedral cuyas cúpulas grises parecen salpicadas con ceniza. ¿El volcán o el olvido?
La regeneración del río Ambato debe ser una prioridad porque los ambateños debemos reconectar con nuestro río, recuperar la seguridad y el valor turístico de miradores y cerros como el Casigana debe convertirse en una máxima no solo para ganar seguridad, sino además para cuidar uno de los pulmones de nuestra ciudad.
Es una responsabilidad compartida y urgente reapropiarnos del espacio desde lo público y lo privado. No hay ciudad si su gente no la cuida, y Ambato It´s A City.