Pinllo, una parroquia olvidada

Carlos Arellano

San Bartolomé de Pinllo es una de las parroquias más antiguas del cantón Ambato, reconocida por su gastronomía y por albergar barrios que ofrecen una de las vistas más privilegiadas de la ciudad. Su contribución al comercio y al turismo resulta inestimable. No obstante, este tradicional sector padece el abandono por parte de las autoridades parroquiales, municipales e incluso provinciales.

La principal y más transitada vía de acceso se inicia en la confluencia de la avenida Los Guaytambos con la calle La Delicia. Un rimbombante letrero del Gobierno Provincial proclama que tal ruta forma parte de la red intra parroquial de la provincia; sin embargo, su estado de deterioro es evidente: profundos baches y aceras destruidas o convertidas en vertederos. Por otro lado, ninguna autoridad ha manifestado interés en ensanchar la curva en U ubicada al inicio de la carretera.

En el sector El Ollero se estima que viven alrededor de 300 familias, quienes a lo largo de los años jamás han recibido seguridad ni disfrutado de obra pública de calidad. La ausencia de los gobiernos locales permitió que este reconocido barrio se transforme en una zona peligrosa. Además, en el sector, aún es posible encontrar calles empedradas en pésimo estado y edificaciones que apenas subsisten a los embates de la lluvia.

A escasos minutos del centro parroquial se encuentra el afamado mirador de Santa Elena, un imponente monumento que rinde homenaje a la Primera Imprenta. Actualmente, este emblemático lugar yace en pésimo estado: carece de iluminación y seguridad, se ha convertido en una cantina y, lamentablemente, se utiliza para la venta y consumo de drogas. La falta de voluntad política ha impedido que este espacio sea rescatado de su total abandono.

La zona rural que conforma la parroquia también sufre el olvido de las autoridades: no cuenta con obra pública, sus vías no tienen mantenimiento, no existen áreas de recreación y el transporte público escasea durante las noches y los fines de semana.

Las nuevas autoridades, dentro del marco de sus competencias, tienen el deber de devolver la dignidad a todos los rincones de esta tradicional parroquia, recuperar sus espacios públicos y generar obras que mejoren sustancialmente la calidad de vida de los miles de ambateños que la habitan.