Violencia social, principal causa de las muertes violentas en Tungurahua

En Tungurahua predominan las muertes violentas por violencia social.
ARCHIVO. En Tungurahua predominan las muertes violentas por violencia social.

Seis de las nueve muertes violentas que se han registrado en Tungurahua, en lo que va de este 2023, obedecen a la violencia social, es decir, aquella que sucede en sectores privados o donde la Policía no puede intervenir de manera directa.

Es decir en casas, sitios para fiestas, reuniones familiares, entre otros, que son de propiedad privada. Según datos de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Extorsión y Secuestro (Dinased) de Tungurahua, este año, de nueve muertes violentas contabilizadas hasta el momento, más de la mitad se han dado en los espacios antes determinados. Esta cifra es igual a la misma fecha en 2022.

 

Los casos

Así pues, el comportamiento violento de las personas juega el protagonismo en estos casos. El más reciente sucedió en el barrio Las Marianitas, sur de Ambato, en el que un hombre acuchilló a su cuñada hasta matarla.

Cerca de 48 horas después, otro crimen se registró en el barrio El Cristal de Picaihua, en el que una menor de 13 años fue estrangulada por su primo el que fue descubierto poco antes de que sepultara su cadáver en el patio de la vivienda de la occisa.

Sebastián Valdiviezo, jefe de la Dinased aseguró que solo dos de los nueve hechos registrados durante este 2023 en esta jurisdicción han sido ejecutados por violencia criminal. Otro se dio dentro de la cárcel de Ambato y el resto son casos de violencia social.

 

EL DATO
De los dos asesinatos cometidos en menos de dos días uno del otro en Ambato, los implicados se encuentran procesados tras ser capturados oportunamente por la Policía.

 

Sociedad en riesgo

Antonio Muenala, sociólogo y docente universitario aseguró que “vivimos en una sociedad donde las personas buenas, malas, conflictivas, son el caldo de cultivo ante la descarga emocional por diferentes factores”.

“La pobreza, la falta de oportunidades, la inseguridad, la exposición a pantallas que hoy comunican lo que sea, la abundancia de mala información y muchos otros conceptos que se atañen a los constructos sociales y que no es neta responsabilidad del individuo sino de un Estado que no trabaja por brindar las garantías para el buen vivir”, aseguró.

Muenala sostiene que, en Ecuador, “solo en 2022 se contabilizaron más de 80 mil llamadas de ayuda al 911 a nivel nacional en donde se deriva violencia de todo tipo, aun así, la gente ha llegado a aplaudir la muerte de otra persona el que la Policía abate un delincuente está bien, es parte de su trabajo, pero que de esto se haga celebración ya es muestra de cómo la negligencia estatal ha hecho que, a la falta de seguridad, la muerte para estas personas es la solución, nos hemos quedado con la frialdad de pensar que incluso podemos tomar justicia por propia mano y lo hacemos, y asimismo, estamos naturalizando la violencia como parte de nuestro entorno social y este es un gravísimo problema”, determinó.

El especialista hizo énfasis en que el hecho de que “Ecuador esté entre los 10 países más violentos de Latinoamérica parece una carta de justificación del por qué las personas hoy se miden menos a la hora de tener respuestas agresivas”.

 

EL DATO
Danny Cabrera, teniente coronel de Policía y jefe (s) del Distrito Ambato sur aseguró a La Hora que al momento la Policía ha reforzado sus estrategias de seguridad para evitar más hechos violentos en su sector, mismo en el que se registraron los decesos de una mujer y una menor.

 

Fenómeno de la violencia

Para Eduardo Haro, psicólogo clínico, las razones que motivan la violencia en las personas pueden ser genéticas por problemas de salud mental, discapacidades psíquicas o físicas, hasta un histórico anterior de maltratos en el entorno familiar o la edad misma de la gente.

“Si a esto le sumamos el consumo de licor u otras sustancias la situación se torna complicada, ahora que, en los jóvenes, por ejemplo, también influye el consumo inapropiado de contenidos digitales que distorsionan la realidad de las cosas”, dijo el experto.

Pero más allá de esto, Haro aseguró que “nueve de cada 10 pacientes que recibo en consulta han referido notar cambios en su comportamiento a raíz de la pandemia, el encierro que generó desesperación, angustia, la muerte de familiares y conocidos, hizo que despertaran trastornos entre los que están los comportamientos iracundos”.

El experto explicó que “esta situación sucede porque si algo nos dejó el COVID-19 es que socialmente pudimos ser tolerantes y hasta valientes detrás de una pantalla, no así en persona, cuando nos guardamos comentarios, opiniones u otras privaciones sociales que pusieron a prueba la paciencia y la falta de manejo de emociones, peor cuando nunca se aprendió cómo hacerlo”, sostuvo.  (MAG)

 

Recomendaciones

El bienestar emocional está ligado a otros factores, explicó Eduardo Haro, psicólogo clínico.

El profesional sostuvo que los episodios de ira pueden ser controlados con la terapia adecuada sin embargo “este tipo de ayuda que deberían recibir las personas no es algo que el Estado garantice y tampoco es una cultura que como sociedad tengamos, de hecho, se piensa que quien viene al psicólogo es porque está loco o loca y no es así, se trata de salud mental”, puntualizó. 

 

Violencia social y violencia criminal

Para Marco Enríquez, coronel de Policía y jefe de Subzona Tungurahua (s) la violencia social es aquella en la que las muertes se han dado en espacios como viviendas, terrenos y otros que son de propiedad privada y donde la Policía no puede intervenir de manera directa o sin la autorización de las autoridades judiciales, mientras que la violencia criminal es la que sucede a partir de hechos delictivos como sicariatos, disputas entre bandas, robos, y otros.