El costo humano del juego bonito

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

Tras la belleza, la sofisticación, la modernidad, el lujo, y las excentricidades que se ven y se escuchan de Catar, la sede de la copa mundial de futbol 2022, existe una verdad innegable, cuestionable y muy debatible respecto de las condiciones y el costo humano y social que implica llevar a cabo este evento deportivo. Desde que se concedió el derecho a dicho país para que se organizara la copa del mundo ha surgido una serie de escándalos en los que se destacan la explotación laboral a migrantes extranjeros de diferentes países de Asia, como son: India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka.

El 02 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, cuyo acápite es menester tomar en cuenta dada la coyuntura del mundial de futbol. Según el diario digital “The Guardian”, 6500 trabajadores migrantes han muerto desde que se otorgó la sede a dicho país, cifra alarmante que arroja un promedio semanal de muertes de 12 trabajadores.

El trabajo forzado como forma primigenia de esclavitud se ha vivido en este país a costa de ostentar un país moderno, organizado y cosmopolita. Esclavitud que se ha evidenciado en las nuevas formas de explotación contemporáneas como lo son: la trata de personas y la explotación laboral desarrollada en condiciones de servidumbre, es decir, la otorgación de un trabajo a cambio de someter a los trabajadores a todo tipo de vilipendios y maltratos; todo con la permisividad legal de dicho país.

Mirar desde fuera la belleza, la modernidad y el desarrollo, sin considerar el costo humano me parece la forma más cruel e hipócrita de un país que se profesa creyente ortodoxo e intolerable, para darse a conocer al mundo como vanguardista y moderno. Ojalá que después de la fiebre del futbol los organismos internacionales pongan mano dura a este sistema explotador intransigente.

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