Tragedia en La Gasca

Oliver Briceño

El pasado 31 de enero, en el ocaso, se produjo un aluvión en La Gasca que deja, al menos, 24 fallecidos y 12 desaparecidos. Tal aluvión fue causado por las fuertes lluvias. Para ese día las previsiones fueron de 2 mililitros por metros cuadrados; finalmente, cayeron 75 litros.

Lluvias tan intensas se explican por un cambio climático que lleva los mismos años haciendo estragos, que de los que se han venido advirtiendo los efectos del mismo. Una atmósfera con una mayor temperatura, como es el aumento de 1,2 ºC desde que comenzó la era industrial, propicia el aumento de desastres naturales como inundaciones, huracanes, sequías, desertificación, etc. Si bien estos fenómenos siempre han existido, la frecuencia y la intensidad como los estamos viviendo ahora, resulta aterrador. Y aunque ya había ocurrido un desastre similar en La Gasca en el año 75, ya se habían tomado medidas después de aquel incidente con infraestructura de protección que evitaron nuevos desastres, hasta ahora.

Al igual que en la película, “No mires hacia arriba”, la solución es clara, reducción de los niveles de CO2 a nivel global, pero es ignorada.

Desastres como el de La Gasca se seguirán produciendo, advierten los expertos, quienes consideran insuficientes las medidas de prevención tomadas para el panorama que plantea el cambio climático. Todo ello sumado a la configuración de la capital ecuatoriana de ampliarse por zonas dónde antes era el camino del agua.

Además, consideran importantes tareas de prevención. Según la Iniciativa de Cambio Ambiental de la Universidad de Notre Dame, los países que menos invierten en gestión de riesgos son los que están menos preparados para afrontar los efectos del cambio climático y desastres naturales. De 182 países, Ecuador ocupa el lugar 108. En la región, solo está por delante de Bolivia y Venezuela. Inversión insuficiente teniendo en cuenta que el Ecuador es el segundo país de la región más propenso a desastres naturales.

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