Somos mujeres

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Las abuelas cuentan historias, las mujeres contamos historias, las aventuras, los dolores, las grandes alegrías, los nacimientos y las pérdidas de nuestras familias, son narradas de generación en generación en su mayoría por todas nosotras, así vamos construyendo la familia y conservando los recuerdos.

Tanto será lo que queremos y debemos decir que, si no nos cabe en esta vida, dejamos como historias guardadas en un extra de ADN mitocondrial que se hereda sólo por las mujeres. ¿Cuánto queremos transmitir, acompañar y cuidar a nuestro linaje familiar, que ahí estamos presentes un poquito más en cada uno de nuestros descendientes?

Así somos las mujeres, intensas hasta la mitocondria, amorosas, erradas y acertadas, soñadoras y realistas, incansables y dormilonas, nos contentamos con tan poco, reímos hasta llorar y lloramos y luego sonreímos, tan estruendosas y misteriosas, sabias e intuitivas, y tanto más. Y aunque los hombres son seres igual de maravillosos como lo hemos visto en nuestros abuelos, padres, hijos, hermanos, parejas y amigos, el tener un día para hablar de la mujer, sus luchas, anhelos desinteresados por un mañana mejor, nos permite reconocer ese camino labrado de tantas guerreras  en diferentes frentes de batallas; es recordar el sacrificio de unas y la libertad de otras mujeres solo con un fin en común,  buscar la igualdad de derechos, el ser escuchadas para tener el poder de decisión en presente y el mañana.

En esa igualdad, tan valiosas como los hombres, las responsabilidades se nos duplican, nos debilitan, y cargamos más miradas en nuestro accionar y culpas, las libramos en el pensamiento de nuestras metas, en nuestra individualidad ahí estamos, como un tejido para sostenernos, lo reconocemos en la mirada de hermandad entre nosotras, la sororidad lograda es fortaleza social indestructible.

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