Minería: la conquista moderna

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Llegó la empresa minera a Palo Quemado. Ya deben haber pasado años desde su llegada, como suele suceder en otros pueblos donde llegan sigilosos, acercándose a cada comunero y hablando del oro y del trabajo para ellos, para sus hijos, para todos. Así es como llega la empresa minera, ofreciendo el alquiler de un discomóvil para la fiesta del pueblo, proporcionando comida para la procesión de la virgen. Tan convencido está el primer equipo de trabajo que logran persuadir a muchos, pero nunca a todos. 

Con aires conquistadores, tal como narra la historia, buscan el oro de las montañas sin considerar el agua, la flora, la fauna o el aire limpio. Mientras tanto, a lo lejos, hay muchos conquistados, complacidos con los extranjeros y sus dólares, derrochados en insignificancias para cualquiera. Los pocos saben que ni con todos los dólares del mundo podrán parchar la montaña. Las toneladas de lodo industrial no volverán en su totalidad íntegras ni limpias de químicos a su lugar ni a otro. Así como la tierra, enferma todo el ecosistema.

El caso no es puntual, se complica aún más porque viene con una gran cola, otras concesiones y lo peor: la llamada minería ilegal. Aquí ya no hay convencidos que hablen de prevención ni tratamiento, tampoco hay piedad por la montaña, y menos aún se habla del impacto social que viene de su mano.

Esto no solo afecta a una provincia, el agua no entiende de límites geográficos, menos la fauna que depende tanto del bienestar del ecosistema. Somos de los muchos o somos de los pocos, en estos escenarios climáticos, no hay más lógica y conciencia que defender nuestras montañas, los derechos de la naturaleza profesados en nuestra Constitución.

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