“Mi supervivencia y la de mi familia dependían de las palabras de Mao”. Así se refirió el Dr. Li Zhisui a su relación profesional y luego confidencial con su poderoso paciente. Siendo el profesional perteneciente a una clase social alta y el líder que representaba al proletariado, a la hora de cuidar su salud, no dudó en elegirlo como su médico personal y mantenerlo así por veinte y dos años.
Ser el médico de confianza de personas autócratas tiene sus privilegios, en otros casos demasiados riesgos, hasta el punto que existieron profesionales que traicionaron sus conciencias e ideales para poder seguir con vida.
Cuando el Dr. Li Zhisui, dieciocho años después de la muerte de Mao, en 1994 publica el libro: “La vida privada del presidente Mao”, sabía que sería controversial y no se equivocó, al año siguiente su obra fue vetada en la China Continental, con el agravante que cuando anuncia por televisión que estaba escribiendo otro volumen, este profesional apareció muerto en el baño de la casa de su hijo que residía en los EEUU. El “culto al secreto” fue lo que aparentemente le pasó factura a quien se atrevió a revelar varios desvíos de su paciente durante el ejercicio del poder.
El Dr. Li Zhisui escribió no solo lo que significó la atención médica de Mao, más bien se centró en realizar un análisis dentro del plano personal y desde luego político, constituyéndose en el libro más completo que haya escrito un médico en relación a un solo paciente, quien, como muchos, gobernó con algunas alteraciones físicas y psíquicas.
La OMS define a la salud como: “el completo estado de bienestar físico, psíquico y social y no solo la ausencia de enfermedad”, bajo este concepto cabe preguntarnos, ¿cuántos de nuestros mandatarios han estado clínicamente aptos para ejercer el cargo …? Si contamos además a los que presentan enfermedades crónicas y viven polimedicados, nos quedamos con una realidad preocupante, muchas veces hemos sido gobernados por gente enferma, que dirigen el destino de un pueblo mayoritariamente sano.