Llegó el fenómeno de El Niño

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Quienes estudiamos en la universidad en Quito, cada invierno sorteábamos la suerte al viajar por la vía Alóag-Santo Domingo. Si coincidimos con lluvia intensa, sabíamos que las probabilidades de deslaves eran muy altas, y lejos de eso, estaba el aumento del agua de las cascadas de la vía. Ambas cosas se convertían en un río de lodo en plena vía, y para rematar, una que otra vez se perdía parte de la carretera.

Ante el anuncio de que el fenómeno de El Niño llega ya el 15 de noviembre, no pude evitar pensar en esos escenarios vividos. Ahora, más que en otros inviernos, lo urgente es reactivar las mingas de limpieza y recolección de neumáticos fuera de uso, así como realizar limpieza en la ciudad para prever el colapso de las alcantarillas. Además, veremos cómo las nuevas zonas cementadas incrementan su riesgo de inundación, ya que se han reducido las áreas verdes en los parterres. La poda salvaje a los árboles de la ciudad y los encajonamientos de los ríos, es decir, la intervención «humana», tendrán sus consecuencias directas.

Una realidad diferente es la de la vía Alóag-Santo Domingo. Recordemos que Alluriquín se encuentra ubicado en una zona de alto riesgo de ocurrencia de eventos naturales, relacionados con movimientos en masa y desbordamiento de ríos. Esto se debe a que está ubicada en las vertientes externas de la Cordillera Occidental y es atravesada por dos ríos (Toachi y Damas). El área está expuesta a riesgos geológicos significativos, saturación de agua y fallas geológicas que detonan ante intensas precipitaciones al infiltrarse por las grietas existentes, además de la deforestación.

Están listos los planes de contingencia, esperamos el trabajo que requiere unión y sensatez para superar los posibles impactos.

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