La Niña y El Niño

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Un piquero de patas azules recibe a los turistas en el muelle de Cojimíes, por horas paradito muestra sus patitas azules sin temor. A su alrededor el mar caliente, llovizna y nubes blancas y grises. En Santo Domingo, lluvia, y en Quito también lluvia. Las variaciones climáticas son una realidad.

En proyecciones climatológicas, las variaciones del clima serán cada vez más recurrentes y tenemos corto tiempo para adaptarnos.

A pesar de que a lo largo de los años dos fenómenos climáticos han dejado una huella indeleble en el país: La Niña y El Niño, ambos tienen consecuencias significativas en la temperatura del agua y los patrones de lluvia en la región. La Niña se caracteriza por el enfriamiento anormal de las aguas superficiales del Pacífico, mientras que El Niño implica un calentamiento inusual. Estos eventos, que ocurren de manera cíclica y suelen durar varios meses, generan una serie de efectos en todo el país.

Ecuador, como país situado en la línea ecuatorial, es particularmente vulnerable a los efectos de estos fenómenos climáticos, ante este escenario, es fundamental promover la adaptación como una herramienta clave para enfrentar los desafíos planteados por estos fenómenos climáticos. La adaptación implica la capacidad de ajustarse y responder a los cambios en el clima de manera efectiva, reduciendo la vulnerabilidad y aumentando la resiliencia de las comunidades.

Es necesario fortalecer la capacidad de respuesta y preparación ante las inundaciones, sequías y otros eventos extremos, a través de la mejora de los sistemas de alerta temprana hasta la construcción de infraestructuras resistentes al clima.

Mientras tanto, la realidad es lugares con menos turistas, quizás por eso el piquero del muelle ayuda con su posición en firme de ser una razón más para volver y admirar sus patitas azules.

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