La memoria

Rogelio Morales Cattani

Rogelio Morales Cattani

Un proverbio chino dice: “la tinta de color más pobre, vale más que la mejor memoria”. Somos un pueblo desmemoriado donde un escándalo tapa otro, dura y vergonzosa realidad. “Robó, pero hizo obra”, ha dejado de ser una anécdota para constituirse en un slogan de mucha gente que vive en un mundo sin valores, dentro de una sociedad en crisis. 

La importancia de escribir y documentar lo cotidiano ha dejado de ser un simple ejercicio editorial de personas preocupadas por el quehacer nacional. Escribir se ha convertido en una necesidad histórica utilizada para orientar a las futuras generaciones.

Cuando en los últimos años se ha constatado que se presentan apagones, actas inconsistentes y demás sabidurías que coincidentemente hacen los mismos, si no lo escribimos y denunciamos, seremos un pueblo sin memoria y nos merecemos la suerte que tenemos.

Sin memoria se pierde la ilusión o el deseo de superación personal en todos los ámbitos de un país poco competitivo, donde el Estado no produce y solo consume lo que puede y hasta lo que no debe. El resto, lastimosamente se lo roban. 

Entristece observar a padres con hijos jóvenes, que solo aspiran a vivir del Estado como única manera de solucionar sus problemas personales y familiares. Pocos son los creativos, o microempresarios que producen en un país en desarrollo. La alienación mental ha logrado tener zombis que solo aspiran a tener “un sueldito”, que los hijos tengan “un carguito” y que, por ahí, puedan hacer “un cachuelito” o “revolotear alguito”. Así enseñan a sus hijos a ser kikuyos conformistas, o pulpos que viven del Estado, o expertos en “la sapada” y “la coima”.

Repito el pensamiento de George Bernard Shaw: “Dad al hombre salud y metas a alcanzar y no se detendrá a pensar sobre si es o no feliz”. 

Total, hay gente que cree que “la felicidad consiste en tener una buena salud y una mala memoria” (aa).

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