Entre rimas y realidades

Lenin Sánchez Espinosa 

Lenin Sánchez Espinosa

Lo sostengo y me ratifico. Los derechos no deben ser solamente enunciados que promulga nuestra carta magna, tratados o convenios internacionales. Los derechos deben ser hechos palpables, realizables y exigibles sin mero trámite, sin que estos se ahoguen en el fango de la burocracia, es que la verdad es así de simple, nos han hecho creer que todas las personas tenemos únicamente obligaciones; y, por ejemplo, ahora, ¿dónde están nuestros derechos con tantas inundaciones…? ¿Acaso se esfumaron, perecieron en las corrientes de los ríos desbordados? Porque, en realidad, no veo muchos preocupados.

La naturaleza es inclemente con mucha gente inocente. Lugares donde no llega aún la obra básica, son aquellos sitios donde más sufren ante la indolencia de varias miradas que se han quedado perplejas ante situaciones tan complejas. Una respuesta tan cínica es escuchar lo que dicen, entre tantas frases: “Ya vamos a solucionar”, “ya estamos trabajando”, “ya estamos ayudando”, etc, etc, etc… Aunque lo más insólito es preguntar por qué no hicieron absolutamente nada para prever lo que ya se venía. ¿O sería porque acaso no eran fiestas donde se despilfarran los recursos para adormecer a la gente en la embriaguez del asfalto y la enfermedad del licor?

Es tarde para remediarlo; y,  quieran o no aceptarlo ahora, el gasto será incuantificable. ¿Dónde quedó aquella autoridad amable? Cuando tuvieron plata, no lo hicieron, se dedicaron a encementar la selva donde vivimos y depredaron lo más preciado que nos regalaba la naturaleza: una belleza emblemática, que por descuido de todos y oportunismo de unos pocos, acabaron con el sentido de pertenencia de la Pachamama. “Nunca es tarde para reaccionar”, decían nuestros sabios abuelos. ¿Qué esperamos? ¿También nos dejamos llevar por la corriente o  mejor hacemos algo por rescatar el medio ambiente?

Hay un ente espiritual, según como cada uno lo conciba, que nos mira. Mejor roguémosle para que ya no desate más su ira. No solamente es cuestión de doblar las rodillas, imploremos a nuestro creador para que nos ayude a erradicar al destructor.

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