Luis Intriago Luna
No hay más ciego que el que no quiere ver, la debacle educativa radica en la inoperancia de las autoridades del Ministerio de Educación que no hace los cambios oportunos y provechosos y son cientos de burócratas que ocupan el escritorio y no descubren la verdadera necesidad del sector educativo; no existen verdaderas reformas adecuadas a la época que ayude a frenar la inmoralidad creciente del país.
Por más ignaro y beodo que sea el Ministro, creemos que no se dé cuenta la torpeza que se viene cometiendo durante más de cuatro décadas, al sacar del pénsum académico las asignaturas de moral, cívica y reflexiones bíblicas, que tanto bien hacía en la formación ciudadana; hoy, en vez de ello, se enseña a elegir el libre sexo al que el niño quiera pertenecer y escoger casarse entre hombres o entre mujeres.
Estas autoridades trasnochadas viven en otra galaxia; sin embargo, el pueblo llano se da cuenta la diferencia que existe entre la época pasada, donde enseñaban valores morales, cívicos y espirituales, con la época que estamos viviendo, sin valores provocados por el Ministerio de Educación.
Hoy estamos insistiendo que se debe introducir programas de Escuela Familiar que mucho ayudaría en la formación de los padres, a fin de que éstos apoyen la orientación moral de los hijos; No obstante, no le dan ninguna importancia y el resultado es el que vemos: adolescentes en bandas perpetrando el robo, el crimen y la extorsión, etc.
Es evidente que la instrucción educativa debería caminar paralelamente a la formación en valores; caso contrario, se cumplirá lo que dijo Confucio: educar al ser humano solo intelectualmente y no moralmente siempre constituirá una amenaza para la sociedad. Consideramos, y así lo creen padres y maestros, por sentido común que los ciegos del ministerio no contribuyen a frenar la delincuencia más desastrosa a todo nivel; fácil es colegir que algo anda mal en el ente rector educativo, hay que ayudar al docente, devolviendo la autoridad perdida para corregir al estudiante.
Hasta que la Ministra y sus dinosaurios enquistados en el Ministerio de Educación regresen a la racionalidad, que Dios nos ampare.