Bicho raro  

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero P.

Es causa de preocupación, la necesidad de normas de vida regidas por la ética y la moral. No existe una escala de valores definidos, universalizados y vividos por la mayoría. Es un vacío social que genera desconcierto, pues nos hace ver que no hay nada digno de respeto, ni personas, ni cosas, ni leyes; lidera la corrupción en todas sus formas posibles. 

No pretendo afirmar que no existe nadie respetuoso o que actúe de forma ética, pero sí, que le es difícil vivir sus principios éticos, so pena de ser considerado un “bicho raro”. 

El “bicho raro”, se plantea dilemas morales y, tomar decisiones le lleva a vivir un conflicto interior entre lo correcto y lo conveniente. Ir por lo correcto le hace coherente, le hace humano porque ha tomado sus decisiones en base a la verdad, la justicia y la bondad, no ha pensado en su conveniencia o en la de su grupo. 

El “bicho raro” aprende que la libertad interior es ser dueño de sí mismo, responsable con sus actos, no es esclavo de sus deseos, pasiones o conveniencias. El “bicho raro” sabe que la libertad no está en la constante búsqueda de prestigio o poder, ni en cerrar los ojos a las pruebas de la vida, eso es ser esclavo de la necesidad constante de aparentar lo que no es, esclavo del miedo a luchar y vencer sus debilidades.

 El “bicho raro” aprendió de los grandes sabios que la libertad surge cuando conocemos el sentido de la propia vida, o sea, del por qué y para qué vivimos; una profunda reflexión en base a nuestras experiencias con lo cotidiano, en la búsqueda de la armonía y el equilibrio. Si bien las normas morales van cambiando con el tiempo, la ética es la parte de la filosofía que busca conocer el bien que le es propio del ser humano. 

El “bicho raro” sabe que existen principios éticos atemporales, y que la esencia del ser humano es siempre la misma, entonces sabrá plantear las normas y los valores morales que nos lleven a decidir y actuar de manera recta.

Nueva Acrópolis Santo Domingo