El amor ha estado presente desde siempre, es el gran motor que yace en el corazón de cada uno. Albert Einstein en una de sus cartas a su hija, definió al amor como una fuerza universal siendo esta la más poderosa de todas ya que no tiene límites. El amor como luz debido a que ilumina a quien lo da y lo recibe, como gravedad por la ley de atracción entre 2 personas, como potencia porque multiplica lo mejor que tenemos, y como energía para liberar al mundo de su propio egoísmo.
Añadió, el Amor revela y desvela, el amor es Dios y Dios es amor. Cada persona posee un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera a ser liberada. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, se comprueba que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede.
Cuando leí estas últimas líneas, inmediatamente vino a mí 1 Corintios 13:4-8 donde termina de forma muy parecida, sin duda personalmente donde está escrita la mejor definición de amor. Es fantástico que estos conceptos puedan complementarse en ciencia y religión.
Estos últimos años hemos vivido varios cambios. En varios sectores la presencialidad ha sido reemplazada por la virtualidad, las cartas han sido sustituidas por chats en redes sociales y las expresiones de afecto por emoticones. El ritmo de vida de las personas ha cambiado y el amor enfrenta estos nuevos desafíos, especialmente para los jóvenes.
En un mundo digital, puede existir incertidumbre o duda de saber si ese sentimiento es real o no. Muchas parejas han finalizado sus relaciones mientras otras han surgido y se han realizado. Cuando esto pase, ojalá podamos conocer historias de amor reales que pese a los obstáculos puedan superarlo en equipo, que sean amores duraderos y puedan contar su historia, porque el amor todo lo vence.