Amor a la ciudad

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero P.

La ciudad para los romanos es ‘Civitas’ que denomina al conjunto de seres humanos que conforman una sociedad, un lugar de intercambio donde se comparte cosas, ideas, sentimientos, vivencias. ‘Urbs’ para los romanos es la ciudad construida, son las calles, las casas, los edificios, los parques, el mercado, etc. Así, la ciudad no solo es el aspecto material, es también el conjunto de seres humanos que vive en la ‘Urbs’.

En la antigua Grecia, Polis, es el nombre de la ciudad y que incluye tanto los significados romanos de ‘Urbs’ como de ‘Civitas’. Vemos que en el mundo antiguo, tanto para romanos como para los griegos, la ciudad era una realidad material, pero, además, una “realidad humana y social”.

Podemos hablar, con toda seguridad, que una ciudad tiene alma. Una ciudad sin alma es una ciudad incompleta, sin identidad, por lo tanto, somos los ciudadanos los llamados a dar nacimiento a esa alma ¿cómo es el alma de una ciudad?, pues es como el alma de sus ciudadanos: alegre, generoso, aseado, respetuoso, amable; gusta y busca la belleza en todo; ama las flores y cuida las plantas; protege y cuida a los animales domésticos; le encanta bailar y cantar; acepta las diferencias y trata de comprenderlas con  bondad de corazón; es un buen anfitrión con los extranjeros; en pocas palabras, es un buen ciudadano.

El alma de la ciudad, es el reflejo del alma de cada habitante.  Si amamos a nuestra ciudad, debemos ser cada vez mejores  ciudadanos, mejores seres humanos, sólo así, nuestras ciudades serán los hogares que todos anhelamos: seguras, bellas, acogedoras, tranquilas, lugares ideales para vivir, formar familias y educar a nuestros hijos para ser felices. 

Nueva Acrópolis Santo Domingo