¡A callar cínicos!

Orlando Amores Terán

Los narco-terroristas se oponen a que el pueblo legisle directamente, a través de Consulta Popular y ordene la eliminación de las funciones creadas para instaurar el narco-Estado, aduciendo que el dinero que se va a gastar en la Consulta debería gastarse en salud, seguridad y educación.

Ya olvidaron que en la década infame despilfarraron para atracar, 310.000 millones de dólares, de los 400.000Mdd que tuvieron de ingreso fiscal por petróleo y extorsión tributaria, porque solo invirtieron 90.000Mdd en obra pública, con sobreprecios de hasta el 70%, dicho por Polit, el Contralor de la infamia.

Se les olvidó que para imponer el narco-Estado, gastaron 180 millones de dólares en la Constituyente de Montecristi, más 36Mdd en el Referéndum aprobatorio y 35Mdd solo en propaganda. También omiten decir que por su nefasta y antipatriótica gestión, hoy tenemos que pagar a Perenco: 448 millones de dólares, a Occidental: 1.000Mdd, a Texaco: 3.000Mdd, a Burlington: 379Mdd, por propaganda contra Chevron: 6Mdd; y además renunciaron a 200 millas de nuestro mar territorial. ¡Canallas! Que se quejan de lo que puede costar la Consulta, si solamente para su inepta Asamblea, roban de nuestros ahorros: 4.759 dólares mensuales, para pagar 133 asambleístas inservibles, más 8.347 dólares mensuales, para pagar «asesores» de los inservibles; lo que da un total de: 20’917.176 dólares anuales, para que tengan al país en el estado de destrucción ética, económica, fraude electoral, inseguridad, injusticia e impunidad en que se encuentra.

A ello hay que sumar el costo para mantener 1.272 instituciones públicas, creadas por el narco-terrorismo para sembrar votos. ¡A callar, canallas de la historia! Nada dijeron respecto a los millonarios atracos que les arranchó el futuro a cinco generaciones de ecuatorianos que aún ni nacen. Lo que se gaste en la Consulta Popular, es para comenzar a enderezar la estulticia que instauraron el 2008 y que pretenden perennizarla para beneficio de una agrupación de políticos miserables, ineptos, mediocres y ladrones que han hecho de la crapulería, una profesión lucrativa desde la década infame.

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