Año electoral

Giuseppe Cabrera

@giuseppeocv

El año pasado y el anterior son disputas electorales, distinto a lo que piensa los despistados, esto es signo de una democracia deficiente pero, así lo quisieron nuestros constituyentes reunidos en Montecristi en 2008, que con su famosa muerte cruzada, no permitieron conocer el desenlace del juicio político al ex presidente Lasso.

Ahora, con las elecciones en febrero 2025, a partir de agosto se inscribirán alianzas y candidaturas, por lo que, mientras Noboa hará todo para garantizar su reelección, por otro lado Luisa y la Revolución Ciudadana, buscarán nuevamente garantizarse una victoria en primera vuelta, no parece haber signos de haber entendió los resultados electorales y, la Sierra y la Amazonía siguen por fuera de los planes del correísmo, dejando un electorado huérfano para ser cautivado por quienes los acompañen en segunda vuelta, porque no se engañen, si las elecciones fueran mañana, la candidata de Correa entra primera a segunda vuelta nuevamente y, es poco probable que algo pueda cambiar ese escenario en estos meses.

Pienso en que, este ni siquiera es un gobierno de transición, sino de puerta corrediza en el que Noboa busca quedarse y otro candidato colarse, claramente quien no lo logre será expulsado con la fuerza centrífuga que genera un sistema de partidos que gira velozmente y, no da ninguna estabilidad a los partidos vigentes. La violencia, seguramente ocupará la escena electoral nuevamente, haciendo peligrosa una candidatura, como lo es en muchos sectores de México, mientras otros candidatos lavarán con sus campañas el dinero sucio del narcotráfico y el crimen organizado.

Ruido, violencia política y amarres será lo que llene el aire de la contienda electoral, llevándonos otra vez a votar candidatos sin proyecto político o equipo para gobernar los próximos cuatro años a partir de 2025.

Temo ser pesimista pero, no hay una sola señal que haga creer lo contrario, mientras tanto, la academia y la sociedad civil debe evitar ser empujada por los debates de coyuntura y centrarse en las estructuras.

En vez de tanta novelería en torno al número de candidatos y partidos, pensemos en cómo identificar el origen de los recursos que financian tan pomposos cierres de campaña.