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PACO MONCAYO

De ninguna manera. Lo que ha sucedido con el gobierno autónomo del Distrito Metropolitano de Quito debe dejar enseñanzas y orientar acciones de carácter inmediato, para que nunca vuelva a repetirse una situación tan deplorable.

Es importante que los políticos entiendan lo que significa una democracia de participación ciudadana (un paso adelante con relación a la democracia de representación) que establece la Constitución como un derecho fundamental de ecuatorianas y ecuatorianos, que pueden y deben “Fiscalizar los actos del poder público y “Revocar el mandato  que hayan conferido a autoridades de elección popular” (Art.61, numerales 5 y 6). Dispone, además,  que se ejerza la participación para: elaborar planes y presupuestos participativos, definir agendas de desarrollo…” (Art. 100), etc. Los ciudadanos pueden, también, participar en los Concejos ocupando una curul bajo la figura de la “silla vacía”.

Estas normas se desarrollan en el Código Orgánico de Organización Territorial Autonomías y Descentralización (COOTAD) que define la participación y obliga a todos los niveles de gobierno a realizar acciones concretas, entre estas: planificación y presupuestación participativas (Art. 3); Crea la Función de Participación Ciudadana, al mismo nivel que la Ejecutiva y Legislativa (Art. 29); manda a los gobiernos autónomos descentralizados (GAD), implementar sistemas de participación ciudadana… (Art. 54); y, como ha sucedido en Quito, dispone los procesos de remoción de autoridades de elección popular de los GAD.

El pueblo de Quito ha sido el primero en aplicar esta normativa constitucional y legal, en el caso de la remoción del Alcalde; se debe esperar que esta cívica reacción de la sociedad civil quiteña sirva para que las autoridades de elección popular entiendan que triunfar en una elección, implica una misión de servicio, dedicación, sacrificio y fidelidad con la propuesta electoral; y no, como se ha observado en más de una ocasión, llegar al poder para  obtener beneficios y privilegios. Si reinciden en este tipo de comportamientos, no será esta la última vez que la norma se aplique. Hacemos votos para que estos hechos vergonzosos no se reediten en la historia de la ciudad.