1, 50 y 22 años y 1 mes: y no hay signos de cambio

Ugo Stornaiolo

 El 11 de septiembre cobró sentido para los chilenos hace 50 años. El presidente socialista Salvador Allende, antes de auto inmolarse, anunciaba que “se abrirán las anchas alamedas” en su discurso de despedida en Radio Cooperativa, tras constatar que las FF. AA. le retiraron el respaldo (poco antes Pinochet le juró “lealtad eterna”). Tras los ataques aéreos y la muerte del mandatario en el Palacio de la Moneda, marcó a sangre y fuego un recuerdo que, cincuenta años después, mantiene heridas abiertas.

La presencia inédita de un presidente socialista, Gabriel Boric, en las marchas recordatorias es solo una anécdota ante a la barbarie de jóvenes anarquistas “ni ni ni” (ni estudian ni trabajan ni dejan vivir al resto tras la violencia de octubre de 2019). Chile está polarizado. Luego de Boric vendrá Kast, confirmando la teoría del péndulo y poco podrá hacer el presidente de derecha, cercano a las ideas del dictador.

Muchos recuerdan las imágenes de las Torres Gemelas cayendo ante la embestida de dos aviones comerciales, en menos de una hora, en Nueva York, envuelta en llamas y en una nube polvo, los recuerdos se retrotraen a las acciones posteriores de un gobierno, el de George W. Bush, buscando acabar con el eje del mal. Pasaron 22 años y el eje goza de buena salud y con adeptos en el mundo, como los socialistas del siglo XXI.

El ataque de Al Qaeda dio como resultado una persecución y xenofobia contra los árabes en EE. UU., poco antes vista, en una ciudad que sufre una inusitada presencia de migrantes que hacen de Manhattan el sitio perfecto para sus fechorías, como un país latinoamericano que perdió la batalla contra las narco-mafias.

Un año después de la muerte de María Belén Bernal no está claro cómo hubo un asesinato, a manos de su esposo, en un sitio lleno de policías (y nadie oyó nada). La detención de Germán Cáceres dejó dudas y cómplices que permitieron que se fugara del país y fuese capturado meses después en Colombia. Pero la sed de justicia de los parientes de la abogada no está saciada. Quedan interrogantes.

Aunque no coincide por solo dos días, las dilatorias de la policía sobre el móvil del asesinato de Fernando Villavicencio hacen pensar en un muy mal entendido espíritu de cuerpo, como en otros casos emblemáticos (la desaparición de los hermanos Restrepo). Fechas que se conmemoran, no se celebran. El golpe en Chile, el ataque a las Torres Gemelas y los homicidios en el Ecuador: casos sin resolver. Pero pasa el tiempo y todo se olvida. También se recuerda el nacimiento del Ecuador en 1830.