Transición

Rodrigo Santillán Peralbo

La inestabilidad política es determinante en el escaso desarrollo socioeconómico que soporta el Ecuador, y que afecta al pueblo porque se incrementa la pobreza. Sin embargo, hay algún tipo de esperanza para el crecimiento, siempre que la derecha sea derrotada, cuando se realicen las elecciones el domingo 20 de agosto y se posesione el nuevo gobierno, para un corto período de transición que concluirá en mayo de 2025, si el binomio triunfante alcanza por lo menos el 40% de los votos válidos. Caso contrario, habrá una segunda vuelta que se realizaría el domingo 15 de octubre.

El nuevo Presidente de la República gobernaría sólo por un año y medio, tiempo muy limitado como para esperar que se impulsen los cambios que mejoren la calidad de vida del pueblo, previa la superación de los más graves problemas socioeconómicos que padece, como la inseguridad, la violencia y quizá el peor de los delitos sea la imparable corrupción, enquistada en todos los niveles del Estado.

Naturalmente que durante el periodo de transición no será posible superar ni remediar los problemas, pero sí debería servir para crear las bases que permitan solucionarlos, en especial la corrupción, la inseguridad, el desempleo, la insalubridad y la crisis económica que se vuelve persistente, en especial, en la clase trabajadora y en los estratos socioeconómicos de insoportable pobreza.

Los problemas de la transición podrían alcanzar sus máximos niveles si se produce la devastación que ocurriría con la llegada del fenómeno de El Niño y si persiste la alta migración de ecuatorianos hacia Estados Unidos, a pesar de todos los peligros que esta travesía implica.

El próximo gobierno será de coyuntura, razón suficiente para no esperar la realización de las maravillas que ofrecen los candidatos en esta campaña electoral.