Educación, la última rueda del coche en Ecuador

José Alvear

Está semana de mayo, con retraso, empezó el año lectivo en la región Costa y Galápagos.

Según UNICEF lo último que se debe hacer en una emergencia es cerrar las escuelas. En nuestro lindo Ecuador parece ser la primera opción.  Ante la pandemia fue la medida inmediata, ante la inseguridad también y qué decir hoy, ante la falta de luz.

Afectar la educación, suspendiéndola, no nos ayuda como país; todo lo contrario, nos estanca.

Un país solo sale del tercermundismo al progreso con electricidad barata y un buen sistema educativo; por ende, el Estado debe priorizar el apoyo a su educación con calidad tanto en sus maestros como en infraestructura, pues son 4,5 millones de estudiantes que giran en función de una columna vertebral tan importante como la educación.

Este 2024 el gobierno de Noboa asignó $4.641 millones de su presupuesto general de $35.536 millones a la educación básica y bachillerato.

Ahora que se reactivaron las clases en todo el país el gran reto de la nueva ministra de Educación será la de garantizar calidad de profesores bien capacitados que conjuguen perfectamente esa transición hacia el mundo globalizado a través del campo digital; en otras palabras, que pueda demostrar un sistema nuevo de enseñanza con una definición nueva de los roles tradicionales, tanto de profesores como de estudiantes. Sin olvidar políticas educativas inclusivas.

Solo cuando logremos la meta de poseer un gran sistema educativo se irá diluyendo ese bono social que representa $1.295 millones de dólares, pues tendremos menos población vulnerable y mucho más ciudadanos preparados caminando hacia la prosperidad emocional, moral y económica.

No dejemos como última rueda del coche nuestro semillero representado en la educación. El camino correcto es dejar de aplicar medidas parches y empezar a cimentar políticas de Estado intocables y fuertes cuya cosecha será indudablemente mejor calidad de vida, menores índices de pobreza, disminución de la inseguridad y, sobre todo, terminará con ese veneno que nos viven inyectando los caudillos de turno, que disfrazados de mesías nos inculcan la religión al resentimiento social que tanto daño nos hace para el crecimiento como país.

Según el manual libertario, los cuatro pilares para que un país sea realmente competitivo son: educación, salud, justicia y seguridad.

Esperemos que el gobierno se dé cuenta y lo priorice como una fórmula para disminuir la inseguridad y generar opciones de ingresos en un futuro inmediato.