Sociedad civil

La sociedad civil se posiciona de manera representativa frente al descalabro institucional en situaciones de crisis como el estallido de junio, debido al descrédito que atraviesan las Funciones del Estado por su incapacidad de satisfacer las demandas ciudadanas y estar distantes del sentir y pensar de la mayoría de la población. Las personas nos sentimos en indefensión, pues no hay un canal que resuelva las crisis desde el Estado. La política no solo está lejana de la gente, sino que además hace todo lo contrario para no acercarse.

En los momentos en los que se requiere una reivindicación de la clase política, sucede lo contrario, salvo honrosas y mínimas excepciones. Quienes hacen buena política están en peligro de extinción, de ahí la necesidad de replantearse cómo motivar para que las actuales y nuevas generaciones adecenten el ejercicio del poder y podamos contar con verdaderos partidos políticos. Es necesario volver a las ideologías, a la discusión de ideas, a soñar un país con planes, programas y proyectos, caso contrario los faranduleros, advenedizos y los portadores de las grandes chequeras llenarán las listas de candidatos.

A pocos días de la negociación entre el gobierno y la Conaie, las lecciones saltan a la vista. Las instituciones con mayor credibilidad siguen siendo las universidades, las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil. ¿Qué sería nuestro país, si en algún momento, estas caen en el descrédito o se dejan arrastrar por la improvisación? Por eso, los gobiernos de turno deben acrecentar su apuesta por la educación y establecer un diálogo permanente con la sociedad, caso contrario, a la vuelta de la esquina encontraremos otro estallido de magnitud mayor e incalculable.

Por ahora, la población está expectante de los resultados del diálogo. No está en juego, únicamente, la agenda de la Conaie, sino el país en su conjunto, en términos de resolver cicatrices históricas, cerrar el paso a la violencia y la impunidad, y plantear una agenda de largo plazo. Ya basta de la memoria de corto plazo y más bien que la apuesta sea una proyección nacional con heridas sanadas en democracia.