‘Mi brow’

Matías Dávila

El 1% de la población tiene el 82% de la riqueza del mundo según la ONG caritativa británica OXFAM. Se da, según ellos, por la evasión de impuestos, la influencia de las empresas en la política, la erosión de los derechos de los trabajadores y el recorte de gastos. 

Estoy tan familiarizado con estos argumentos que cuando lo leí parecía que estaban hablando del Ecuador.

A esto hay que sumarle que el hambre mata a 9 millones de personas por año, casi el doble que las muertes que ha ocasionado el coronavirus y, a diferencia de lo que sucede con este, no veo campañas agresivas en ninguna parte para mitigar las consecuencias del hambre… es que tal vez ahí “los muertos no son los nuestros”. El 45% de muertes de niños menores de 5 años, según el sitio oficial de ACNUR, son por hambre.

Y lo que me llama poderosamente la atención es: ¿Por qué nos quedamos tan tranquilos, por qué no pasa nada?

¿Qué tipo de influencia ejerce este poderoso 1% para que luego de leer este editorial nos quedemos sentados en la sala de nuestras casas -solo nos de pena- y no hagamos absolutamente nada? ¿Miedo, comodidad, qué?

Y tal vez aquí valdría la pena preguntarnos, ¿vivimos todavía en una democracia? Globalmente es cada vez menos la influencia que nosotros, la gente de a pie, tenemos en las decisiones políticas.  El poder tiene muchos atajos para tomar decisiones sin necesidad de consultarnos. El voto, si bien está garantizado en los estados democráticos, es solo “la ilusión del mago”. Vale para dejarnos creer que somos nosotros los que estamos gobernando a través de nuestros representantes… pero no es así. 

Nos quedamos sentados en la sala de nuestras casas viendo como un sistema roto y obsoleto, que da una inmensa riqueza solo a una minoría, nos pasa por encima como una aplanadora. ¿Tienes trabajo? ¿Tienes para llevar el pan a tu casa?. Si la respuesta es “no”: a nadie le importa: ¡ese es el éxito del sistema! Mientras yo sí tenga, lo que a tí te falte es muy problema tuyo ‘mi brow’.