Las tres agonías del diario El Comercio

Ugo Stornaiolo

Es casi una historia familiar. El vínculo con el diario quiteño data de inicios del siglo XX, cuando dos visionarios, los hermanos César y Carlos Mantilla, se unieron a Celiano Monge y Alejandro Mata para fundar el primer diario independiente de la capital, tras casi un siglo de publicaciones efímeras y generalmente políticas. El 1° de enero de 1906 circuló el primer número y coincidió con el golpe de estado de Eloy Alfaro contra Lizardo García. Tiempos de asonadas y cuartelazos.

Monge, el director designado, asumió la secretaría de la presidencia de Alfaro y dejó el proyecto. Solo duró un día. El diario no circuló hasta abril, cuando las aguas se calmaron y fue consolidando un espacio en una ciudad que empezaba a modernizarse. Ese mismo año nacieron el Banco Pichincha y la Cámara de Comercio. Dos años después, en 1908, llegó el ferrocarril a Chimbacalle.

En esas tres décadas el diario fue faro del pensamiento de los quiteños. Entre sus muchos colaboradores figuró, entre 1926 y 1928, un articulista bajo el seudónimo de ‘Labriolle’: el futuro cinco veces presidente Velasco Ibarra. Cuando los hermanos tomaron caminos diferentes, César asumió los cines y Carlos el diario. En 1940 apareció Radio Quito, la voz de la capital.

Una dramatización de la radionovela ‘La guerra de los mundos’ de H.G. Wells, en abril de 1949, enfureció a los quiteños y fueron al edificio donde funcionaban la emisora y el diario -Chile y Benalcázar- y lo quemaron. Hubo cinco muertos. Por algunos meses, el diario El Día ofreció su espacio al rotativo, para que siga publicando. Era la primera agonía, de la que renació como un ave fénix.

El diario no volvió a circular en 1953. El gobierno de Velasco Ibarra (antiguo colaborador), lo clausuró en 1953 por no publicar un injurioso comunicado del ministro de Gobierno, Camilo Ponce, fundador del socialcristianismo. Fue la segunda agonía. La tercera comenzó en 2015, cuando Guadalupe Mantilla (hija de Carlos) lo vendió al ‘Fantasma’ Ángel González, porque nadie de la dinastía familiar podía hacerse cargo.

En diciembre, en fiestas de Quito, el diario no circuló por falta de pago de los dueños a periodistas y colaboradores, que tomaron una medida de hecho. El 3, 4 y 5 de diciembre El Comercio no estuvo en calles y quioscos y volvió a ausentarse días después. Los directivos buscan hacer préstamos para cumplir. Tras tantas promesas, los trabajadores ya no les creen. Lo cierto es que el tradicional matutino agoniza, ante la indiferencia de un público que lo hizo hábito de las mañanas.