La improvisación en el gobierno puede costar vidas

Por Milica Pandzic

Mientras el mundo no termina de recuperarse del impacto económico y social del COVID-19, en Europa se desencadena un conflicto bélico. Una de las grandes lecciones que nos dejó la pandemia es que hoy estamos tan interconectados que lo que sucede a un lado del globo indiscutiblemente tendrá repercusiones para el otro. Estas consecuencias no se han hecho esperar.

Al momento, entre las vidas humanas en riesgo están las de más de 700 compatriotas en Ucrania, la gran mayoría estudiantes. Frente a esta situación tan grave, es desesperanzador ver cómo, mientras el Canciller indicaba que se estaba brindando toda la ayuda posible, decenas de ecuatorianos en Ucrania desmentían estas declaraciones, afirmando que el Estado ecuatoriano no estaba brindando ningún tipo de apoyo o incluso que sus funcionarios ni siquiera se habían comunicado. A la consulta sobre estos casos durante una rueda de prensa, el Canciller trata de minimizarlo diciendo que “son solo cuatro ecuatorianos [los que se han quejado]”.

Respuestas así son inauditas frente a ecuatorianos que se encuentran en riesgo real y que no han recibido respuesta del Estado. Esta situación pone nuevamente en duda el liderazgo en Cancillería, en el cual ya era difícil confiar— tomando en consideración las críticas sobre la falta de experiencia y formación del ministro de Relaciones Exteriores para un cargo tan exigente y delicado como este—. Lo cierto es que es cada vez más claro que este no es un año para improvisaciones en el gobierno, porque en casos como estos, la improvisación puede costar vidas.

Por ahora, la prioridad es que todos los ecuatorianos en riesgo estén a salvo, que los corredores humanitarios no demoren en abrirse y que el Estado ecuatoriano les provea la logística necesaria para salir de Ucrania. Esperemos que así sea.