¿Una noche de copas?

Kléber Mantilla Cisneros

Hay razones para pensar que inauguramos una nueva etapa de incertidumbre y pesimismo por la convocatoria a una innecesaria consulta popular electoralista donde nos marean con lo obvio. Además, al comprobar que a la narcopolítica ni se la topa; a las mafias históricas de acá se las venera e idolatra; y, desde ya, se buscan binomios como pañales y vodka. Al ver imágenes de batallas campales en los previos de la explotación y militarización minera. Al constatar la polarización del anti ‘correísmo-socialcristiano’ que intoxica los noticiarios, mientras la migración de ecuatorianos se vuelve letrero de cantina como embriagarse con las propuestas para tratar la (in)seguridad social y el (des)empleo.

Si a lo expuesto le sumamos lo narrado por un periodista español por una farra presidencial brutal en un restaurante japonés de Madrid cual noche de copas de enero; los ofrecimientos mineros en Canadá; los problemas de corrupción salpicados por el hijo de la vicepresidenta; un informe científico de contaminación por cadmio, aluminio y plomo en varios alimentos de nuestra dieta; la grosera espuma accionaria del grupo Nobis en la firma ‘Adventus‘ (familia Noboa) para explotar cobre, oro, zinc, plata y plomo a 150 kilómetros de Guayaquil, en el proyecto Curipamba y el yacimiento Domo, de 215 kilómetros cuadrados, en el centro del país; nos obligan a tomar un cóctel de cicuta a cualquiera.

De ahí entonces, ¿por qué la chicha seca de los Leonidas Iza y los Churuchumbi cual trago amargo madrileño? Y si, ¿la borrachera nobista, el tequila narco y las aventuras nocturnas se pagan con una resaca campesina irrefrenable y sin tabacos? ¿Qué valores pueden representar las gafas de Daniel Noboa en la población de Palo Quemado, en Cotopaxi? ¿No son los mismos militares quienes primero entran a las cárceles; y, luego, lanzan bombas lacrimógenas a los campesinos? ¿Cuál mismo es el referente del soldado ecuatoriano? ¿No se volvió de pronto un tema sensible de identidad colectiva igual al narcorreísmo? ¿Y, estamos seguros de confiar en esa figura política ‘éxitosa’ sacada del mundo de los ‘influencers’ prefabricado en el vértigo de las redes y el marketing digital? Creería que no.

Es que por una noche de copas hasta al Imperio Romano se le vió caer. Se dice que las copas de los emperadores venían contaminadas con plomo y los vasos cerveceros estaban atados con aluminio. Y no fue una discusión de minerales pesados sino de salud pública por el retraso mental causado por el consumo de plomo entre los romanos (476 d.c.). En nuestro país, la relevancia mediática se encona en la explotación minera y las supuestas fuentes de empleo. En cambio, la salud pública, la investigación molecular de alimentos y bebidas; y, el uso del agua pura libre de metales pesados son campos eclipsados. Por algo vivimos gobernados con miedo en el mundo narco y nos identificamos con líderes conservados en alcohol y con la fama de cartón de una billetera para pasar una noche loca.

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