Hay que tomar en serio la salud mental

Los problemas que afectan la salud mental siempre han estado presentes pero ya es momento de dejar de ignorarlos. En nuestro país, los suicidios reportados aumentaron en 37% entre el primer semestre del 2020 y del 2021, siendo un mal que afecta en su mayoría a adultos jóvenes de 20 a 29 años. Además, en la prepandemia ya era la primera causa de muerte violenta en adolescentes.

La pandemia ha sido un factor detonante. Para muchos quienes fuimos más afortunados, la ayuda psicológica fue igualmente necesaria para sobrellevar esta temporada. Ahora pensemos en quienes sufrieron incluso mayor estrés, incertidumbre, duelo, y que siguen viviendo las consecuencias prolongadas de esta crisis sin avistar mejoría.

Sin embargo, así como sucede con gran parte de los servicios esenciales, muchos quienes necesitan ayuda y acompañamiento no pueden acceder a ellos. Vivimos en un país donde las redes de protección y de seguridad social no funcionan o no existen, la salud y la educación son un privilegio –exacerbado por la pandemia-, y la violencia es diaria.

Y a pesar de estas circunstancias agravantes, no se toma la salud mental en serio. Su falta de acceso es reforzada por el tabú, la insensibilidad y el sensacionalismo que la rodea. Son comunes las reacciones estigmatizantes sobre las terapias psicológicas o las medicinas psiquiátricas, así como también pueden serlo las coberturas mediáticas sobre enfermedades mentales o suicidios.

Todos podemos ver nuestra salud mental deteriorada en cualquier momento y por un sinnúmero de causas. Hablar de salud mental es hablar de salud pública, y pospandemia, se requiere de más esfuerzos, tanto del Estado haciendo accesible los recursos y herramientas que permitan cuidarla; así como de la sociedad en su conjunto, aprendiendo y sensibilizándonos, de forma que podamos ser de ayuda a otros, o incluso, a nosotros mismos.