Debemos hacer más por Ucrania

Boris Johnson

Primer Ministro Británico

En esta última semana, en respuesta a las desgarradoras escenas que tienen lugar en Ucrania, la unidad de los países occidentales ha sido impresionante y esperanzadora. Me consta, por mis conversaciones casi a diario con el presidente Volodymyr Zelensky, que esto les ha proporcionado a los ucranianos algo de consuelo en estos trágicos momentos.

Jamás en mi vida había visto una crisis internacional en la que la línea divisoria entre el bien y el mal fuera tan nítida, y en la que la maquinaria bélica de Rusia desatara toda su ira sobre una orgullosa democracia. El temerario ataque de Rusia a la central nuclear de Zaporiyia nos recuerda que lo que está en juego para todos nosotros es muy grave. Más de un millón de personas han huido de la violencia, hacia un futuro incierto.

 El acto de agresión de Vladimir Putin tiene que fracasar y tiene que percibirse como un fracaso. No podemos dejar que nadie en el Kremlin se salga con la suya al malinterpretar nuestras intenciones para buscar a posteriori algo que justifique esta guerra por elección. No se trata de un conflicto de la OTAN, y no va a convertirse en uno. Ningún aliado ha envidado tropas de combate a Ucrania. No tenemos ninguna hostilidad para con el pueblo ruso, ni tampoco el deseo de poner en duda a una gran nación y potencia mundial. Nos parece desoladora la decisión de enviar a jóvenes rusos inocentes a una guerra en vano.

La verdad es que no había perspectivas serias de que Ucrania se uniera a la OTAN en el futuro próximo, y estábamos listos para responder a las preocupaciones de seguridad manifestadas por Rusia mediante la negociación.

Ahora queda claro que la diplomacia nunca iba a ser una opción. El Sr. Putin está intentando destruir el cimiento mismo de las relaciones internacionales y de la Carta de las Naciones Unidas: el derecho de las naciones a decidir su propio futuro, libres de agresión y sin miedo a la invasión. Su ataque a Ucrania se inició con un pretexto fabricado y una violación flagrante del derecho internacional. Rusia se está sumiendo cada vez más en una campaña sórdida de crímenes de guerra y de violencia, inconcebible contra civiles.

También advertíamos que el mundo está entrando en un período de rivalidad, en el que los estados autoritarios pondrían a prueba el temple de Occidente en todos los ámbitos. El acuerdo del año pasado entre el Reino Unido, Estados Unidos y Australia, para ayudar a desplegar submarinos nucleares para la Armada de Australia, puso de manifiesto nuestra determinación compartida de hacer frente a los retos que se nos presentan en la región del Indo-Pacífico.

No hemos aprendido las lecciones derivadas de la agresión rusa; durante demasiado tiempo hemos mirado hacia otro lado. Nadie puede decir que no estábamos avisados: vimos lo que Rusia hizo en Georgia en 2008, en Ucrania en 2014 y hasta en las calles de Salisbury, en nuestro propio país. Y me consta, tras hablar con mis homólogos en mis visitas recientes a Polonia y Estonia, que esta amenaza está latente.

Hay que restablecer la disuasión efectiva en Europa, donde, durante demasiado tiempo, el mismo éxito de la OTAN y de la garantía de seguridad que dan los Estados Unidos han engendrado complacencia. Lo que ocurra en Europa tendrá consecuencias profundas en todo el mundo, incluso en Latinoamérica.

Nos alegra ver que cada vez son más las naciones que captan esta dura realidad. En enero, el Reino Unido estaba entre un puñado de países europeos que enviaron material defensivo a Ucrania. Ahora, más de 20 países forman parte de ese esfuerzo. El gasto en Defensa se está incrementando, aunque tendrá que pasar algún tiempo para que eso se traduzca en capacidades.

Se trata de una evolución favorable, pero por sí misma no basta para salvar a Ucrania, ni para mantener viva la llama de la libertad. Rusia tiene una fuerza demoledora y aparentemente ningún respeto por las normas bélicas. Tenemos que prepararnos ahora para los días tan sombríos que aún han de llegar.

Por esto, el Reino Unido ha desarrollado un plan de seis puntos para ayudar a Ucrania, empezando hoy mismo. Invito a Ecuador y a todos los países a unirse a los siguientes esfuerzos:

  1. Movilizar una coalición humanitaria
  2. Apoyar a Ucrania para que se defienda
  3. Aumentar la presión económica sobre el régimen de Putin
  4. Evitar que lo que Rusia está haciendo en Ucrania se convierta de forma progresiva y sigilosa en algo normal
  5. Buscar vías diplomáticas para lograr la desescalada, pero únicamente si participa plenamente el Gobierno legítimo de Ucrania
  6. Fortalecer la seguridad Euroatlántica

Los ucranianos han defendido su país con inmensa valentía. Es esta valentía la que ha unido a la comunidad internacional. ¡No los podemos abandonar!