De ignorantes e ignorados

Lorena Ballesteros

Después de conocer los resultados electorales y con una marcada tendencia del ‘No’ en la consulta popular, me invadió (como a millones de ecuatorianos) una sensación de desconsuelo. El mensaje es clarísimo: el correísmo sigue vigente. Y no solo eso, el camino para el retorno de su máximo líder podría dejar de ser una amenaza, para en unos años, convertirse en una absoluta realidad.

¿Por qué retrocedimos? ¿Por qué fallamos? ¿Por qué? En medio de la desazón, comenzaron a circular los primeros mensajes en las redes sociales y en los grupos de WhatsApp; la mayoría, condicionados por emociones viscerales, comenzaron a justificar los resultados en la ignorancia del pueblo. Han pasado algunas horas y con cabeza fría me atrevo a decir que tienen razón. Somos un pueblo ignorante. Lo somos, definitivamente. Y esto no tiene relación con la tasa de alfabetización o el grado de educación de nuestra población. Lo somos, porque ignoramos al otro.

Ignoramos al vecino, al compañero de trabajo, al que trabaja para nosotros, al que tiene una orientación sexual distinta, al que usa poncho, a la mujer que deja solos a sus hijos pequeños mientras cumple con su jornada laboral, al padre que está endeudado hasta el cuello para sostener a su familia, al paciente de cáncer que no recibe a tiempo su medicina, al médico que no recibe los insumos necesarios para salvar más vidas, a los jubilados sin pensiones, a los jóvenes sin empleo, al que tuvo que cambiar a sus hijos de colegio, al que se quedó sin cupo para la escuela…  Por eso, desde nuestra ignorancia asumimos que todos deben elegir igual que nosotros.

Ignoramos y somos ignorados. Ignorados también por un Gobierno que asumió el poder, ignorando cómo gobernar. Un Gobierno que, sin norte, ni estrategia, solo ha ensanchado las brechas; invisibilizando incluso los aciertos que ha conseguido. Un Gobierno que le ha devuelto la batuta parcial al correísmo. A un correísmo que se aprovecha de la ignorancia de todos y que tiene la certeza de que mientras más divididos, más indecisos, más enfrentados, más pronto volverá a dominar.