Un mal momento para la debilidad

Daniel Márquez Soares

Desde la semana pasada, algunas voces han comenzado a advertir que estamos sumidos en la peor crisis desde 1999. Desesperados, advierten que, si no se aplican los correctivos necesarios, pronto el déficit fiscal pondrá en riesgo a la dolarización y contagiará al sector financiero privado. Sin embargo, los hechos de estos últimos días nos invitan a pensar no en 1999, sino en 1941. Los cambios mundiales y el caos interno están colocando al país en una situación de extrema vulnerabilidad que lo dejan a merced de males nacionales y extranjeros.

Hacia 1941, Ecuador arrastraba los efectos de más de una década de circunstancias mundiales desfavorables y de una serie de gobiernos intrascendentes. En medio de ese momento de extrema debilidad, se suscitó la invasión peruana; tan dolorosa como la derrota militar fue la tibia respuesta de la comunidad internacional que, sacudida por el reacomodo geopolítico de la Segunda Guerra Mundial, apenas le prestó oídos a los reclamos ecuatorianos. Incluso tras semejante hecatombe, el país requeriría aun varios golpes de Estado, asambleas constituyentes y mandatarios para, recién ya entrado el gobierno de Galo Plaza, retomar un curso de relativo orden y desarrollo.

Acabamos de ver como, en la misma semana, el gobierno apenas tiene para pagar sueldos, mientras que Rusia nos restriega nuestra condición de frágiles e intrascendentes proveedores de carbohidratos prescindibles. Las reacciones que esos hechos han despertado son igualmente preocupantes; por un lado, pese al déficit, los asambleístas se negaron a aprobar el aumento del IVA, por el otro, a nuestros supuesto aliados geopolíticos apenas parece importarles que Rusia, en este momento de necesidad, nos haya puesto contra las cuerdas; cualquier oferta de ayuda o de mercados alternativos ha brillado por su ausencia.

El mundo está cambiando y bajo ninguna circunstancia queremos que el drástico reacomodo del ordenamiento internacional que se avecina nos pille en la extrema debilidad en la que nos encontramos este momento. En lo interno, necesitamos, cuanto antes, al menos poner las cuentas en orden; en lo externo, tenemos que elegir y afianzar nuestras alianzas.