Quisapincha tiene casas nuevas y modernas, pero abandonadas

Algunas de las construcciones están abandonadas por varios años, aunque cuentan con los servicios básicos.
REALIDAD. Algunas de las construcciones están abandonadas por varios años, aunque cuentan con los servicios básicos.

Las casas de dos y tres pisos con vidrios laminados resaltan entre los cultivos que hay en la zona.

Estas también sobresalen de entre las viviendas tradicionales, de bahareque, con teja y techos de zinc que caracterizaban el paisaje de la Sierra.

Este panorama se visualiza en los caminos de segundo orden que parten desde el centro de Quisapincha hacia las comunidades altas de la parroquia.

La migración de los últimos años se refleja, no solo en las remesas que los migrantes envían, sino en el tipo de construcciones que tienen en sus terrenos.

Estas son grandes y con toques modernos, las construyen a su gusto, aunque no vivan en ellas y en su mayoría las abandonen.

María Poalacin vive en la comunidad de El Galpón y a sus 25 años, pasta a los borregos en medios de construcciones modernas que sus vecinos mandaron a construir, pero nadie vive en ellas.

 

TOME NOTA
La ola migratoria se siente con más fuerza 
en Quisapincha desde hace una década.

 

Autoridades

La joven asegura que los dueños de las casas mandan a construir las viviendas con la esperanza de algún día volver, pero muchos ya no lo hacen y las casas quedan en el abandono y por ahí algún familiar se encarga de darle mantenimiento de vez en cuando.

Esta misma historia se repite en varias comunidades de Quisapincha como Calguasig Chico, Calguasig Grande, Illagua Chico, Illagua Chaupiloma, Illagua Grande, Nueva Tondolique, Galpón, Putugleo, Ambayata, Pucará Chico, Pucará grande, Cachilvana Chico, Cachilvana Grande, Puganza, Santa Elena, Rumipamba, Condezán, Quindialó, Chumalica, así lo afirmó Marcelo Manotoa, vocal del Gobierno Parroquial.

Manotoa aseguró que el impacto migratorio desde hace 10 años golpeó a la comunidad y se evidenció mucho en las construcciones, pues los migrantes quieren mejorar sus condiciones para cuando regresen.

Añade que las mejoras que se realizaron en las vías de la zona rural, provocaron la subida de la plusvalía para adquirir un terreno y por ende con una vivienda moderna los migrantes creyeron poder obtener un mejor beneficio.

Sin embargo, la realidad es otra, pues el abandono de las casas es evidente.

Esta constante se hizo más fuerte sobre todo en 2020, con la pandemia, pues ese fue el detonante para que muchas familias partieron a Estados Unidos o España, para conseguir un mejor futuro.

Por ello las autoridades parroquiales afirman que la parroquia se queda despoblada y por eso han decidido llegar hasta las comunidades para explicar los peligros de migrar de manera ilegal a otros países, pues no todos cumplen el ‘sueño americano’.

 

CIFRA:
- 15 MIL habitantes se registraban en Quisapincha en 2018.
- 12 MIL personas, según el Gobierno Parroquial, serían las que actualmente habitan en la parroquia.

 

Los migrantes

Carmen Proaño está en New York desde hace 16 años y aunque tiene a su esposo y sus dos hijos con ella y sus padres le heredaron una casa en Quisapincha su sueño es tener una casa hecha con su esfuerzo.

Cuando le preguntan si volvería a Ecuador dice que por su condición de ilegal no podría hacerlo, aunque le gustaría ir y volver entre ambos países.

Comenta que quiere tener un inmueble en la parroquia que la vio nacer, aunque esta no funcionaría para que su familia viva en ella, sí podría generarle alguna entrada económica mediante un arriendo.

En cambio, Elizabeth Garza, otra migrante que vive en Estados Unidos desde hace 20 años, dijo que siempre vivió con carencias en su hogar y aunque definitivamente no volverá a Ecuador, quiere tener algún producto de su trabajo como la casa que empezó a construir.

 

Adaptación urbanística 

Segundo Moreta es constructor desde hace 20 años y en la actualidad tiene a su mando la construcción de tres casas en Quisapincha.

Él dice que los dueños están en New York y a través de fotos y videos controlan sus construcciones.

“Muchos incurren en gastos para que sus acabados sean modernos porque así dicen que lo vieron en donde están viviendo actualmente y por eso hay esta modernidad”, dijo.

Añade que algunos completan las obras, pero otros las dejan a medio terminar porque no hay nadie que guíe la obra y estas quedan, en el mejor del casos, en obra gris. (CNS)

 

Análisis social

Para la socióloga Viviana Mejía, la migración en comunidades como Quisapincha, cambian no solo el número poblacional y el paisaje urbanístico de  la zona rural, sino también la identidad poblacional.

“Esto pasa en todos los sectores rurales, en el caso de las viviendas, buscan urbanizar su área con la idea de dejar su propia señal de que se logró no solo salir de un pueblo sino llegar al extranjero pero que sepan que lo está haciendo bien”, comenta la experta.

Mejía añade que “en muchos casos no tienen ningún proyecto con la infraestructura, pero el afán de reflejar el trabajo que hacen en otro país, difícil en su mayoría, es un sueño que quieren cumplir”.

Este criterio es compartido con el arquitecto urbanista Jhonatan Chávez, quien dice que con estas construcciones se alteran los suelos, la producción agrícola, además de la forma de vivir de quienes ocupan estos espacios.

“No es preciso que vivan siempre en casas pequeñas de campo, pero es difícil para quien se queda al cuidado de estas casas nuevas darle el uso que se debe, lo que implica el desgaste de recursos y desaprovechamiento de mejorar su calidad de vida”, dijo Chávez.

En la actualidad, quienes se quedaron en las comunidades son capacitados sobre cómo mejorar su calidad de vida, aprovechar sus recursos y detener la migración ilegal.