El drama de los que buscan a sus desaparecidos entre muertos

LUGAR. El drama de quienes buscan a sus familiares desaparecidos entre muertos es un calvario para ellos.
LUGAR. El drama de quienes buscan a sus familiares desaparecidos entre muertos es un calvario para ellos.

Familiares de ciudadanos extraviados viven un calvario cuando existe el hallazgo de un cadáver sin identificar pues asumen que podría tratarse de su allegado.

El aviso del hallazgo de un cadáver moviliza a familias de personas que aún están reportadas como desaparecidas. Los parientes de los extraviados son de los primeros en llegar cuando se enteran de que un cuerpo sin vida ha sido encontrado en cualquier parte de Ambato, la provincia e incluso en otras partes del país.

Esto se ha vuelto casi que una práctica común entre los allegados de los 11 ciudadanos de los que hasta el momento no conocen de su paradero y que son parte de la cifra de casos no resueltos que reposa en las estadísticas policiales de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Extorsión y Secuestro (Dinased) de Tungurahua.

Realidad

El cadáver de un hombre dentro de plásticos y sacos de yute en la represa de agua de la vía a Aguaján, registrado en 29 de noviembre de 2023, hizo que Diana Olmedo llegue al lugar acompañada de la Policía.

Llorando, asustada y triste esperaba que no se trate de su esposo, pero al mismo tiempo, algo en ella parecía estar resignada a que, si se trataba de él, en alguna forma, llegaría el alivio a esta búsqueda incesante que lleva ya 10 meses desde que Jonny Peter Pinargote Calderón desapareció.

Caminando entre las piedras y en medio del caudal que mojaba sus zapatos, Diana llegó hasta el envoltorio del cuerpo sobre el que pasaba el agua y pidió verle el rostro.

Los bomberos, que estaban en el lugar, le ayudaron para romper el envuelto del cadáver y que lo mirara, aunque la cara del fallecido estaba hinchada y en avanzado estado de descomposición, Diana comprobó que no se trataba de su marido. Sí, algo en Diana parecía darle consuelo de que no se trataba de Jonny, pero segundos después de nuevo la desesperación se apoderó de ella.

“Siempre que sé que encuentran un muerto que no está identificado yo estoy ahí pendiente, para mí es un sufrimiento ver tantos cadáveres, pero hasta no encontrara mi esposo no voy a estar tranquila”, dijo sollozando mientras sostenía fuerte la foto de difusión de su marido, que le entregó la Fiscalía cuando denunció el extravío de su amado.

Jonny desapareció el 6 de marzo de 2023, fue visto saliendo de un cabaret al sur de Ambato, para luego ser visualizado en cámaras de seguridad por el sector de La Yahuira, siendo el parque 12 de Noviembre el último sitio hasta donde se supo de él.

Diana aseguró que no tuvo mucha ayuda de la Fiscalía en aquel entonces, pues siempre se observó a un sujeto que lo acompañaba y este no fue investigado ni aprehendido por la Policía.

TOME NOTA 
En la Dinased de Tungurahua se contabilizan en 2023 un total de 205 denuncias por personas desaparecidas, de estas 194 han sido encontradas y las 11 restantes no han sido localizadas ni se conoce de su paradero.

Otro caso

Situación similar es la que vive la familia de María Manuela Tamaquiza de la Cruz de 73 años. Ella fue reportada como desaparecida desde el martes 12 de septiembre de 2023.

La mujer que registra el 96% de discapacidad auditiva, salió de su casa ubicada en Pasa y no se volvió a conocer de su paradero.

Encontrarse en cada hallazgo de cadáveres no es novedad, Pedro Tamaquiza de la Cruz, hijo de María, con tristeza aseguró que busca a su madre desde hace tres meses.

“Le trajimos de donde una hermana en Quito y aquí se perdió, ella ya estaba hasta perdiendo la visión, no sabemos si cayó al río mismo o qué pasó, no tenemos nada, nadie nos dice nada”, explicó llorando.

 Es que Pedro y su familia también acuden al llamado de cuanto cadáver conocen ha sido encontrado, todo con el fin de saber si podría tratarse de María.

El miedo a que el siguiente cuerpo sin vida que se encuentre sea el de su mamá no es algo que le tranquilice, pero, al menos dicen, terminaría con la angustia de no saber qué pudo haberle ocurrido.

“No sabemos si gente mala le llevó, no sabemos nada de ella y a veces eso es peor porque es como una pesadilla de nunca acabar, cuando se sabe de un muerto se está atento a ver si es hombre, mujer, o qué ha pasado”, dijo.

Sin importar el clima, las condiciones o el lugar, estas personas arriban a los sitios donde se conoce del hallazgo de un muerto, todo con tal de ponerle fin a los días de desesperación que viven a diario por no saber de sus allegados.

La mirada de un experto

José Luis Pantoja, psicólogo clínico, aseguró que “un proceso de angustia permanente es el que viven las familias de las personas extraviadas, la mayoría ansía encontrarlos vivos, o muertos, esto último no es que sea un aliciente, pero al menos la persona pasa a un proceso de asimilación y de duelo que finalmente termina por superar”.

“Esto a diferencia de quienes no saben nada de sus allegados y hacen de esta situación un calvario que trae consigo trastornos de ansiedad, altos niveles de estrés, depresión y otros que alteran el sistema nervioso central de las personas”, dijo Pantoja.

El especialista sostuvo, además, que, “es fundamental que quienes tengan estos procesos con personas desaparecidas, siempre reciban terapia y se acompañen de un experto en salud mental, porque sobre llevar esta carga emocional es demasiado peligrosa y fuerte”. (MAG)