Un camaleón del arte Moreno Garibotto

Un camaleón del arte
PERSONAJE. Junto a su piano y parte de su obra plástica

DAMIÁN DE LA TORRE AYORA

«Una hoja amarilla/ en el umbral de mi puerta/ se puso de pronto yerta/ para que yo la pisara,/ pero mi alma no quiso/ sino más bien levantarla/ para que el viento la lleve/ con la música del aire…”, recita a viva voz Mario Moreno Garibotto, mientras de un álbum de fotos saca una hoja seca que se constituye en el documento que demuestra que nunca olvida una deuda.


Sí, esa hoja cayó en su pie mientras caminaba cerca de la Torre Eiffel. Su resplandor amarillo lo cautivó y le ofreció escribir un poema. Regresó a Ecuador, pasó el tiempo y, por la Plaza de Toros de Quito –sector donde reside- una hoja bailó por el aire hasta posarse de la misma forma de su par parisina. “Tenés razón, tengo un poema pendiente”, se dijo entonces con su acento gaucho. Llegó a su oficina del Centro Internacional de Estudios Poéticos del Ecuador, buscó y encontró aquella hoja cautivadora y saldó su deuda.


Y es que Mario Moreno Garibotto no debe nada a nadie. Es más, sin pretensión alguna, regido tan solo por la honestidad que le caracteriza, siente que “más bien conmigo muchos están en deuda”. Próximo a cumplir 84 años de edad (en julio) y perteneciente a una generación donde la palabra tenía valor, es consciente de que ‘el papel aguanta’ y archiva absolutamente todo para demostrar cada historia que cuenta.


Es así como a través de las fotocopias y recortes de periódicos detalla su trayecto como artista, el cual se constituye en un abanico: pintor, dibujante, bailarín, coreógrafo, poeta, narrador, músico, productor y presentador de televisión y radio son parte de su trajinar, ese que terminaría asentándose en Ecuador, desde 1964.


“Ecuador es un país tan chiquito, donde encontré la paz, la tranquilidad y la simplicidad; no el furor de las grandes capitales, donde el trajín diario te consume: acá pude ser quien quise”, comparte el también gestor cultural, quien fuera pieza clave en la fundación del primer Ballet Moderno de Guayaquil, la Escuela de Danza Contemporánea den Manabí, el Instituto Nacional de Danza, el Institutito de Arte Moderno Libre Ecuatoriano Argentino, el Centro Internacional de Estudios Poéticos del Ecuador, entre otros espacios culturales.


En medio de su obra plástica -donde la soltura muestra su talento como dibujante y su exploración con las acuarelas y los óleos-, Moreno Garibotto saca un cuaderno robusto que el tiempo ha apaleado. Comparte entonces sus premisas de vida, esas que se ocultan en un tomo inédito que espera desde 1999 para ser publicado.


“El dolor solo sirve para que nazca una sonrisa” es uno de los pensamientos que salen del cuaderno. Su autor lo lee justamente con una sonrisa, esa que no se borra de su rostro y que, posiblemente, es el secreto para que las arrugas no hayan hecho tanto de las suyas en su contra.


Pese a una leve cojera, Mario brinca como un niño y tiene memoria de elefante. Mientras toca el piano confiesa que hizo de todo, menos meterse en la política: “De político, ni hablar; como que me da miedo la farsa. Además, la democracia en Latinoamérica es una alcahueta que se arrima al que mejor paga”, concluye al compás de un tango.

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Perfil
Mario Moreno Garibotto

° Artista argentino (Buenos Aires, 28 de julio de 1932). Ha incursionado en poesía, narrativa, teatro, danza, pintura y producción de radio y televisión. Es autor de las piezas teatrales ‘Soledad Pinares’, ‘Amigo Tango’ y ‘Cuento para pibes’; de las coreografías ‘El mesías de Handel’ y ‘Variaciones folclóricas de Atahualpa Yupanqui y Waldo de los Ríos’; y de las novelas ‘La hermana de un guerrillero’ y ‘Marión De Lafé’, entre otras obras.

10


libros
editados y 28
antologías son parte de su legado.