Las propuestas económicas populista abundan en época de elecciones: ¿Cómo identificarlas antes de ir a votar?

POLÍTICA. El populista vende soluciones rápidas y fáciles para los problemas.
POLÍTICA. El populista vende soluciones rápidas y fáciles para los problemas.

El intervencionismo y la fe ciega en que un mayor gasto público soluciona todos los problemas, están detrás de este tipo de propuestas.

A puertas de las elecciones anticipadas, los ciudadanos deben estar atentos para identificar las propuestas económicas populistas de los candidatos a la Presidencia de la República de Ecuador.

Las ofertas populistas tienen dos características básicas. En primer lugar, se promete gastar más en una serie de programas y medidas que, aparentemente, van a solucionar los problemas de la población. Sin embargo, nunca se toma en cuenta ni se explica de manera clara de dónde va a salir el dinero para financiarlas; o, como ya ha pasado con candidatos como Yaku Pérez y Xavier Hervas, se anuncian fuentes de financiamiento ilegales como echar mano de las reservas del Banco Central.

Así, el populista promete gasto y repite que los recursos existen. Normalmente cree que todo es cuestión de voluntad. Pero, una economía tiene límites para el gasto. Y esos límites tienen que ver con la capacidad del sector privado para generar ingresos.

En segundo lugar, las promesas populistas solo se enfocan en los efectos inmediatos; pero no los posteriores que, en muchos casos, terminan perjudicando a los que en teoría se quería beneficiar. Por ejemplo, si se gasta mucho a costa de endeudarse de manera masiva, esto se traduce en pan para hoy y hambre para mañana. La deuda en algún momento se tendrá que pagar con subidas de impuestos, ajuste en el gasto, trabas a la producción, entre otros.

Andrés Medina, economista y consultor empresarial, explicó que las dos preguntas básicas que un ciudadano se debe hacer ante las propuestas de los candidatos son: ¿De dónde va a salir el dinero? Y ¿Cuáles serán los efectos que no se ven de manera inmediata o a simple vista?

“El enfoque populista en términos económicos siempre es tremendamente intervencionista y tiene como objetivo defender el bienestar del pueblo, expandiendo el gasto público con miras a incentivar el crecimiento económico y mejorar la distribución del ingreso a favor de las clases tradicionalmente menos favorecidas, en un modelo donde los intereses políticos se anteponen a los intereses económicos de la sociedad”, añadió.

Fases del modelo

Se ha llegado a llamar al populismo económico como una especie de enfermedad latinoamericana, la cual ha provocado que los países de la región nunca terminen de salir del pozo de las crisis continuas, la falta de empleo y la pobreza.

Además de entender las lógicas básicas detrás de las promesas populistas, también es importante entender cómo funciona el ciclo populista para intentar no caer nuevamente en él.

Fase 1: Esta se produce antes de que el político populista llegue al poder. El contexto es de una población insatisfecha, la economía está en crisis, los servicios públicos tienen problemas de calidad, la corrupción está extendida, y la sensación general es que el ascenso social está roto. La frustración social crece y la mayoría de la población busca un cambio. La situación se presta para el mensaje populista de soluciones fáciles y rápidas.

Al llegar al poder, esas soluciones fáciles se traducen en disparar el gasto público, a través de endeudarse de manera agresiva, imprimir moneda, o aprovechar los booms de materias primas.

Fase 2: Las cosas parecen ir bien. El líder populista se vuelve inmensamente popular. El aumento del gasto y la expansión del Estado provocan que, por corto tiempo, el crecimiento económico se acelere, el empleo crezca y los peores vaticinios parecen no cumplirse.

A corto plazo, el populismo puede ser exitoso y tener amplio apoyo social. El problema es que lejos del aparente avance, las políticas populistas poco a poco destruyen los cimientos económicos del país. Esto se debe a que se desalienta la actividad privada, se cierra la economía con aranceles y controles de precios, se construye una economía clientelar, se echa mano del endeudamiento intensivo o de la máquina de imprimir billetes, se aumentan las trabas y los costos para producir, y la seguridad jurídica se vuelve papel mojado porque el populista hace todo lo posible para mantener su popularidad y poder.

Fase 3: El crecimiento y la bonanza nunca duran mucho tiempo. En Ecuador, por ejemplo, apenas cayeron los precios del petróleo en 2014, la economía se desplomó, el crecimiento se desaceleró y el empleo empezó a retroceder tan pronto como en 2015.

Los supuestos triunfos del modelo populista se transforman rápidamente en crisis: un Estado endeudado, sector productivo poco productivo, corrupción institucionalizada, empresas públicas ineficientes, caída de los ingresos de los ciudadanos. En este escenario, muchos populistas buscan radicalizar el modelo y eso dispara el descontento.

Fase 4. Consiste básicamente en el colapso definitivo del modelo. La fórmula que en un momento parecía solucionar todos los problemas, ya no da respuestas. En países como Venezuela y Argentina, esto ha venido acompañado por una inflación galopante y más pobreza.

Fase 5: Con un país en crisis y un sector público sin recursos, se llega al momento del inevitable ajuste. Esto normalmente le corresponde a un nuevo Gobierno.

Ante las necesidades, en muchos de los casos se debe recurrir al apoyo de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los pobres normalmente terminan siendo más pobres que al inicio del ciclo populista, lo que dispara nuevos descontentos sociales que paradójicamente vuelven a allanar el camino de la llegada de nuevos populistas al poder. (JS)

“La tragedia del Ecuador es que los políticos y los ciudadanos piensan que gobernar solo consiste en gastar. Se olvidan que el rol más importante es generar condiciones para producir más y mejor”, Alberto Acosta Burneo, economista y editor de Análisis Semanal.