Tomás (nombre protegido) empezó a usar armas a los 12 años. A los 16 ya era un sicario profesional.
Cuatro años le tomó a un niño de 12 años convertirse en un sicario profesional. Tomás (nombre protegido) conversó con LA HORA sobre lo que hacía antes de ser sentenciado a más de 15 años, por homicidio, en Ecuador.
El hombre que prefiere no revelar su edad –pero cuya voz delata su juventud– dice que para los niños pobres y de hogares con violencia, no hay otra salida que empezar a hacer daño “primero a tus cercanos”.
Él robaba para tener qué comer pero de a poco se formó como asesino a sueldo.
“Al sicario se lo forma desde muy pequeño para que pueda ser capaz de matar a sangre fría”, señala Juan José Hidalgo, abogado experto en criminología.
El perfil es común, jóvenes de escasos recursos, barrios marginales y hogares disfuncionales.
‘Eres mejor cuando matas gente conocida’
“Yo empecé a los 12 años; mientras vas creciendo vas conociendo gente que tiene poder y te contratan para que tú elimines a dos o tres que a ellos les estorban”, dice Tomás.
Como asesino a sueldo llegó a ganar hasta $5.000 por un trabajo. Quien contrata debe encargarse de proveer buenas armas. Mientras que el sicario se encarga de estudiar a la víctima durante dos o tres meses.
Se percatan de la ruta que toma, qué tan concurrida es una calle, si hay cámaras e incluso “le pagan a la Policía del sector para que se demore en llegar”.
“Tú sabes a lo que vas, y vas y lo haces. Tú te vuelves (sicario) más profesional cuando matas a personas sociales (conocidas)”, dice el joven.
“Al sicario se lo forma desde pequeño para que pueda ser capaz de matar a sangre fría”.
Juan José Hidalgo, abogado experto en criminología.
Sicario desde los 12 años
Hidalgo dice que las organizaciones narcocriminales funcionan como una empresa multinacional que busca filiales en otros países y, por ende, requiere ‘personal’. Si necesitan pasar droga por mar captan pescadores; si tienen problemas judiciales captan jueces o abogados; si necesitan lavar dinero, empresarios y así, de acuerdo a la necesidad.
En el caso de los asesinos a sueldo, las organizaciones buscan personas de escasos recursos y que pertenezcan a bandas criminales constituidas en su país.
“Quienes más contratan sicarios son las bandas de narcotráfico internacional, porque hay mucha competencia, muchas personas en el mismo negocio. Entonces contratan sicarios para debilitar su poder”, comenta Tomás, quien jamás conoció a los líderes de las organizaciones que lo contrataban; todo era por teléfono. Eso sí, “debes ganarte su confianza”.
“Si fallas y no matas a quien debías”, dice Tomás sin dudar, “te quitan la vida por no haber cumplido con el encargo”. Ese no fue su caso, hizo más de 10 trabajos y jamás falló.
“Tú te vuelves (sicario) más profesional cuando matas a personas sociales (conocidas)”.
Tomás, sicario que cumple sentencia.
El narcotráfico funciona con franquicias
Esta es una realidad que ocurre a nivel regional, dice Hidalgo. “Tenemos un problema serio con la delincuencia organizada y cómo las organizaciones funcionan como franquicias, también han llegado al Ecuador”.
Si el Estado no toma las medidas necesarias, el impacto será irreversible.
El Estado ecuatoriano, destaca Hidalgo, es permeable, pues el sistema judicial no tiene recursos ni jueces especializados en narcotráfico. Tampoco existe un servicio de inteligencia dedicado a trabajar contra el narcotráfico y la forma en la que se investiga “es la misma de hace 50 años”.
Las organizaciones criminales se encuentran en países con crisis (pobreza, hacinamiento, hambre), un lugar propicio para expandir su negocio. (AVV)
“Mientras vas creciendo vas conociendo gente que tiene poder y te contratan para que tú elimines a dos o tres que les estorban”.
Tomás, sicario que cumple sentencia.
Cualquiera puede ser una víctima
No importa si eres un ciudadano ‘común y corriente’ o no tienes cuentas pendientes con nadie. Cuando el sicariato se vuelve rentable cualquiera puede ser una víctima.
“Créame que ya sea un profesional o un aspirante a sicario, si el día de mañana un sicario ejecuta la orden y es descubierto se va a ir disparando, defendiéndose y matando a alguien que es inocente”, señala Hidalgo.
En lo que va de 2021, el Ministerio de Gobierno registra 43 homicidios intencionales, de los cuales siete fueron bajo la modalidad de sicariato. En todo 2020, hubo 11 asesinatos de este tipo.
Los hechos incluso pasan a plena luz del día y en espacios transitados como la avenida 6 de Diciembre en Quito, donde con ametralladoras mataron al abogado Harrison Salcedo, el 29 de abril de 2021.
Los sicarios del abogado no dejaron huella.
Una semana más después (5 de mayo), del crimen de Salcedo, cuatro hombres mataron por equivocación a una mujer en una clínica de Guayaquil. Sus rostros fueron captados en las cámaras de seguridad.
Estos dos hechos, dice el abogado experto en criminología Juan José Hidalgo, muestran los dos tipos de ‘asesinos a sueldo’ que operan en el país.
Los primeros responden a un perfil de sicario ‘macro’. Que trabajan para grandes organizaciones internacionales y que son formados como asesinos profesionales a sueldo.
En el caso de la clínica se trata de delincuentes que “encuentran rentabilidad en matar por encargo pero que no actúan con un sistema de inteligencia, como los sicarios profesionales, y por ende cometen errores como no distinguir entre un hombre y una mujer y, además, dejarse ver por las cámaras.
Esto es sumamente peligroso porque ya hay quienes “ven que matar es una forma fácil de ganar dinero y que al no ser profesionales cometen imprecisiones”, dice Hidalgo.
Por un trabajo un sicario puede ganar, como base $5.000
En lo que va del 2021, hay siete homicidios por sicariato.