Ecuador está en el top 20 de los países con más riesgo de impago en sus cuentas públicas

El país es percibido a nivel internacional como una economía estancada entre las disputas económicas y sociales; además, no se ven opciones reales de implementar reformas estructurales en campos importantes como mercado laboral e inversiones.

El paro de 18 días, a pesar del acuerdo de paz concertado para su terminación, ha profundizado la percepción de que la economía ecuatoriana es una de las más riesgosas porque la inestabilidad política y social no permite realizar ni siquiera las reformas mínimas necesarias para que el país crezca más, genere mayor ingresos y tengan mayores niveles de inversión.

Según el ranking de vulnerabilidad de deuda soberana, que mide las posibilidades a corto plazo de que una economía no tenga suficiente dinero para pagar todas sus obligaciones, Ecuador está en el puesto 19. Solo por debajo de otras economías regionales como Argentina y el Salvador.

Esto se debe a que, a pesar de los altos precios del petróleo, el país tiene crecientes presiones para seguir aumentando gasto público, pero una estructura productiva y de empleo con bajos ingresos y pocas oportunidades formales. Esa estructura hace que solo una pequeña porción de empresas y ciudadanos aporten al fisco.

En otras palabras, la situación de las cuentas públicas ecuatorianas siempre está al límite, y con poco espacio de maniobra. Fausto Ortiz, exministro de Economía, explicó que, por ejemplo, solo en lo que va de 2022 se han acumulado atrasos, o cuentas pendientes de pago, por $2.700 millones; pero de años anteriores se viene arrastrando $3.000 millones más.

Así, en esta situación de estrechez, los nuevos compromisos de gasto que se acordaron para terminar el paro, y los que se puedan añadir durante los 90 días de las mesas de diálogo, solo ha profundizado la percepción de que la economía ecuatoriana es muy frágil y puede complicarse muy rápidamente en el corto plazo de la mano de malas decisiones políticas.

Otro termómetro de esta situación es el llamado riesgo país. Desde el 13 de junio hasta el 12 de julio de 2022, en medio del caos e incluso las amenazas de la destitución del presidente de la República, ese índice inició un continuo ascenso. En total, en el último mes, se ha pasado de 853 a 1.407 puntos, lo que significa que para cualquier inversionista es muy costosa venir al Ecuador. En su momento, este incremento se identificó como un fenómeno denominado como «Efecto Iza».

Asimismo, esos altos niveles de riesgo país también provocan que, si el Gobierno saliera actualmente a emitir bonos de deuda externa, la tasa de interés podría llegar hasta más del 18%. Es decir, Ecuador no solo es un país con pocos ingresos y crecientes gastos, sino que también debe enfrentar escasas fuentes de financiamiento que en algunos casos son caras.

Por eso, al Ecuador le conviene mantener buenas relaciones con multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque esas instituciones actualmente son las que mejores condiciones ofrecen para los préstamos.

El nuevo ministro de Economía, Pablo Arosemena, ha asegurado que a corto plazo no hay planes de salir a emitir bonos de deuda y que el financiamiento para 2022 está completamente cubierto. Sin embargo, Roberto Rivera, economista y analista de mercados internacionales, solo hasta final de este año, la administración de Guillermo Lasso necesita levantar al menos $6.000 millones de nueva deuda interna y externa para cerrar el presupuesto estatal.

» Cuando Lasso llegó al poder, y se produjo una caída del riesgo país, lo que se estaba incentivando es la posibilidad de que el nuevo Gobierno cambiara completamente el manejo populista y por fin se diera un giro a la inversión y el crecimiento. Luego de más de un año, esas expectativas se han reducido sustancialmente, y el buen manejo fiscal no es percibido como una medida suficiente para darle más sostenibilidad a la economía», puntualizó.

Las frágiles cuentas públicas ecuatorianas, y la naciente reactivación económica se complicaron seriamente con las protestas violentas de 18 días. El llamado «Efecto Iza» ya se empieza a sentir en los niveles de empleo y de ingresos de empresas en todos los sectores y tamaños. Las pérdidas de junio pasado representarán un lastre que develará todo su poder destructivo en el último trimestre de 2022. En algunos casos, los contratos y clientes perdidos se comerán todas las posibles utilidades del año, lo que representa menos inversión y crecimiento para el país; pero sobre todo menos ingresos para el fisco. (JS)