¿Y la teoría…?

Jorge Oviedo Rueda

Si a un maestro carpintero le pedimos que nos haga una mesa, lo primero que nos va a preguntar es cómo la queremos, si redonda, cuadrada, con cuatro patas o seis, lo que supone tener una imagen previa en nuestra cabeza de la mesa. Igual si nos vamos de viaje, trazamos en nuestra mente la ruta a seguir. Aunque aparentemente el camino de la teoría sea teoría-práctica-teoría, en realidad es práctica-teoría-práctica. La mesa y la ruta no podrían estar nunca en nuestra mente sin que medie la experiencia, es decir, la práctica.

¿Se podrá construir un país sin una teoría previa? No, definitivamente no. Todas las dificultades, inclusive tragedias, que vive el Ecuador, se deben a que no hemos cumplido con este “detalle”. La práctica histórica, desde la fundación de la república, ha dado como resultado un país de desigualdades, de injusticias, de racismo, de hambre y desempleo. La práctica histórica nos dice a gritos que tenemos que cambiar.

Todas las teorías de desarrollo se han aplicado en el Ecuador: liberalismo económico, neoclasicismo, keynesianismo, neoliberalismo, el desarrollo humano de Amartya Sen y hasta las seudosocialistas del progresismo y ninguna ha dado resultados positivos. El argumento de que todas son buenas pero han sido mal aplicadas no es sino la excusa de aquellos que con el “borra y va de nuevo” siguen lucrando de la situación

Una nueva teoría de desarrollo se impone si queremos sacar al Ecuador de la desigualdad. Tenemos una práctica histórica que nos da todos los elementos para crearla, a nivel nacional e internacional. Tenemos los ecuatorianos, además, la ventaja de pertenecer a la región interandina, en cuyas raíces buscaremos la esencia del Sumak Kawsay americano, que nada tiene que ver con el Buen Vivir aristotélico.

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