Como se esperaba, en teatro de la Universidad Central de Quito, el Consejo de la Judicatura fue cesado. En una larga sesión, el Consejo de Participación Ciudadana de Transición lo decidió, por no garantizar sus miembros procedimientos confiables, por abuso de funciones y por interferencia en la Justicia. Además, hubo señalamientos de conflicto de intereses entre los vocales de la Judicatura.
Este conflicto de intereses, denunciado en más de una ocasión, abrió la puerta a la designación de jueces y fiscales a conveniencia. El abuso se constató en escandalosos episodios de ‘ordeno y mando’ desde el Ejecutivo. Y permitió que se ‘barriera bajo la alfombra’ toda la corrupción y actos de obscena prepotencia de su cúpula, así como de innumerables ‘agnados y cognados’.
La aplicación interesada del llamado ‘error inexcusable’, lejos de transparentar el trabajo judicial, el respeto al debido proceso, las garantías constitucionales y la correcta aplicación de las leyes, sirvió un grosero instrumento de persecución, chantaje y represión contra los jueces que trataron de cumplir con sus más elementales deberes. Simbólicamente, los miembros de la Judicatura brillaron por su ausencia.
Sin lugar a dudas, y con independencia del juicio político que se tramita en la Asamblea Nacional, el de ayer fue un acto memorable. Este podría ser el primer paso para desterrar de nuestra historia cualquier otro intento de ‘meterle mano’ a la Justicia y blindarla contra cualquier otro intento de hacerlo. Dicen que el camino de las veinte mil leguas comienza con el primer paso.
Ningún hombre es una isla, todo hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto”. John Donne Poeta inglés (1572-1631)
¿Cómo ha de actuar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra?”. Nezahualcóyotl Emperador mexicano (1402-1472)