Paz

Pablo Escandón Montenegro

En 1998, dos líderes del Medio Oriente firmaron un acuerdo de paz. Arafat y Netanyahu vieron en el cese de hostilidades la mejor forma de progreso para sus pueblos. Son ya 21 años y aún no existe paz en esos territorios.

Ocho años antes de fracasada de paz, en 1990 los líderes del movimiento indígena de Ecuador se tomaron la Catedral de Quito, de forma pacífica y bajo los preceptos de la doctrina social de la iglesia. Vimos a muchos de los actores de la política actual como jóvenes seguidores de monseñor Proaño.

“¿Qué ha quedado de esa generación de idealistas?”, preguntarán algunos. Otros dicen que el movimiento indígena estuvo infiltrado, los más pesimistas que la guerrilla y movimientos insurgentes se aprovechan del clima social en el país. Todo es cierto y todo es falso.

Recomiendo escuchar un coloquio entre Lolo Echeverría y Nelson Reascos. Este último lee de mejor manera el proceso social no solo de Ecuador sino de la región, incluso del Process catalán. Allí tenemos una lectura muy equilibrada y práctica para que el propio gobierno no se desgaste en temas de “inteligencia.

La seguridad y sus dispositivos son necesarios para un Estado, así como los espías en las novelas, quienes se infiltran y rompen las cadenas de información clasificada y secreta, para destruir las estrategias del enemigo.

Cataluña, Bolivia, Chile y Ecuador fueron, y son, los focos donde el descontento de la población ha visto, como forma de expresión, la destrucción de los bienes que representan al poder económico y político.

Volvemos al inicio de esta columna: la paz tan anhelada nunca será la que firmen los líderes. Tanto Arafat como Netanyahu, que hasta fueron nominados para el Nobel, no la pudieron conseguir, pero sí con una revolución pacífica como ese levantamiento del 90. Pero claro, son otros tiempos.

[email protected]

Pablo Escandón Montenegro

En 1998, dos líderes del Medio Oriente firmaron un acuerdo de paz. Arafat y Netanyahu vieron en el cese de hostilidades la mejor forma de progreso para sus pueblos. Son ya 21 años y aún no existe paz en esos territorios.

Ocho años antes de fracasada de paz, en 1990 los líderes del movimiento indígena de Ecuador se tomaron la Catedral de Quito, de forma pacífica y bajo los preceptos de la doctrina social de la iglesia. Vimos a muchos de los actores de la política actual como jóvenes seguidores de monseñor Proaño.

“¿Qué ha quedado de esa generación de idealistas?”, preguntarán algunos. Otros dicen que el movimiento indígena estuvo infiltrado, los más pesimistas que la guerrilla y movimientos insurgentes se aprovechan del clima social en el país. Todo es cierto y todo es falso.

Recomiendo escuchar un coloquio entre Lolo Echeverría y Nelson Reascos. Este último lee de mejor manera el proceso social no solo de Ecuador sino de la región, incluso del Process catalán. Allí tenemos una lectura muy equilibrada y práctica para que el propio gobierno no se desgaste en temas de “inteligencia.

La seguridad y sus dispositivos son necesarios para un Estado, así como los espías en las novelas, quienes se infiltran y rompen las cadenas de información clasificada y secreta, para destruir las estrategias del enemigo.

Cataluña, Bolivia, Chile y Ecuador fueron, y son, los focos donde el descontento de la población ha visto, como forma de expresión, la destrucción de los bienes que representan al poder económico y político.

Volvemos al inicio de esta columna: la paz tan anhelada nunca será la que firmen los líderes. Tanto Arafat como Netanyahu, que hasta fueron nominados para el Nobel, no la pudieron conseguir, pero sí con una revolución pacífica como ese levantamiento del 90. Pero claro, son otros tiempos.

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Pablo Escandón Montenegro

En 1998, dos líderes del Medio Oriente firmaron un acuerdo de paz. Arafat y Netanyahu vieron en el cese de hostilidades la mejor forma de progreso para sus pueblos. Son ya 21 años y aún no existe paz en esos territorios.

Ocho años antes de fracasada de paz, en 1990 los líderes del movimiento indígena de Ecuador se tomaron la Catedral de Quito, de forma pacífica y bajo los preceptos de la doctrina social de la iglesia. Vimos a muchos de los actores de la política actual como jóvenes seguidores de monseñor Proaño.

“¿Qué ha quedado de esa generación de idealistas?”, preguntarán algunos. Otros dicen que el movimiento indígena estuvo infiltrado, los más pesimistas que la guerrilla y movimientos insurgentes se aprovechan del clima social en el país. Todo es cierto y todo es falso.

Recomiendo escuchar un coloquio entre Lolo Echeverría y Nelson Reascos. Este último lee de mejor manera el proceso social no solo de Ecuador sino de la región, incluso del Process catalán. Allí tenemos una lectura muy equilibrada y práctica para que el propio gobierno no se desgaste en temas de “inteligencia.

La seguridad y sus dispositivos son necesarios para un Estado, así como los espías en las novelas, quienes se infiltran y rompen las cadenas de información clasificada y secreta, para destruir las estrategias del enemigo.

Cataluña, Bolivia, Chile y Ecuador fueron, y son, los focos donde el descontento de la población ha visto, como forma de expresión, la destrucción de los bienes que representan al poder económico y político.

Volvemos al inicio de esta columna: la paz tan anhelada nunca será la que firmen los líderes. Tanto Arafat como Netanyahu, que hasta fueron nominados para el Nobel, no la pudieron conseguir, pero sí con una revolución pacífica como ese levantamiento del 90. Pero claro, son otros tiempos.

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Pablo Escandón Montenegro

En 1998, dos líderes del Medio Oriente firmaron un acuerdo de paz. Arafat y Netanyahu vieron en el cese de hostilidades la mejor forma de progreso para sus pueblos. Son ya 21 años y aún no existe paz en esos territorios.

Ocho años antes de fracasada de paz, en 1990 los líderes del movimiento indígena de Ecuador se tomaron la Catedral de Quito, de forma pacífica y bajo los preceptos de la doctrina social de la iglesia. Vimos a muchos de los actores de la política actual como jóvenes seguidores de monseñor Proaño.

“¿Qué ha quedado de esa generación de idealistas?”, preguntarán algunos. Otros dicen que el movimiento indígena estuvo infiltrado, los más pesimistas que la guerrilla y movimientos insurgentes se aprovechan del clima social en el país. Todo es cierto y todo es falso.

Recomiendo escuchar un coloquio entre Lolo Echeverría y Nelson Reascos. Este último lee de mejor manera el proceso social no solo de Ecuador sino de la región, incluso del Process catalán. Allí tenemos una lectura muy equilibrada y práctica para que el propio gobierno no se desgaste en temas de “inteligencia.

La seguridad y sus dispositivos son necesarios para un Estado, así como los espías en las novelas, quienes se infiltran y rompen las cadenas de información clasificada y secreta, para destruir las estrategias del enemigo.

Cataluña, Bolivia, Chile y Ecuador fueron, y son, los focos donde el descontento de la población ha visto, como forma de expresión, la destrucción de los bienes que representan al poder económico y político.

Volvemos al inicio de esta columna: la paz tan anhelada nunca será la que firmen los líderes. Tanto Arafat como Netanyahu, que hasta fueron nominados para el Nobel, no la pudieron conseguir, pero sí con una revolución pacífica como ese levantamiento del 90. Pero claro, son otros tiempos.

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