Migrantes

Rodrigo Santillán Peralbo

Desde los primeros homínidos hasta el homo sapiens actual han sido migrantes. Ellos han poblado el mundo en sucesivas oleadas que se producen, generalmente, por cambios climáticos, hambre, violencia tribal y discriminatoria, guerras fratricidas, religiosas, y crisis cíclicas políticas, económicas o sociales. No hay país, nación o Estado que se haya formado sin el aporte de migrantes, así como tampoco hay raza pura como quería Hitler o, ahora, el populista Trump que odia al migrante, en particular latino, y que ama la “supremacía blanca” en total desuso, decadencia conceptual, étnica y humana.

Europa se copa con la migración que llega de África, Medio Oriente y Asía. Los dueños y amos de Europa cierran las fronteras de sus países y hay gobiernos que dejaron que el Mediterráneo se convierta en un cementerio de niños, hombres y mujeres que huían de sus patrias. El periodista español Arturo Pérez Reverte señala: “La desaparición de los regímenes comunistas y la guerra que un imbécil presidente norteamericano desencadenó en el Medio Oriente para instalar una democracia a la occidental en lugares donde las palabras Islam y Rais (religión mezclada con liderazgos tribales) hacen difícil la democracia, pusieron a hervir la caldera…” migrante.

En América Latina hay quienes odian a los migrantes. La xenofobia se une a políticos incapaces de conocer las realidades actuales. Hablan de “crisis humanitaria” para referirse a migrantes venezolanos, pero nada dicen de los 35 millones de mexicanos que huyeron a Estados Unidos, de los casi seis millones de colombianos que huyeron a Venezuela y de unos tres millones de ecuatorianos que huyeron a España, Italia, Venezuela, Estados Unidos por la crisis económica. Al final, por las razones que fueran, la tierra es de los migrantes.

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