Lavado de manos

Kléber Mantilla Cisneros

Señor presidente, después de la consulta, faltan leyes clave y definir la política económica y las relaciones internacionales. Sí es un problema plantear que el Estado mantiene una economía desde una visión de ‘izquierda’ falseada y reproducir errores bajo la mirada ciudadana atenta. Claro, el compromiso de descorreizar un modelo fracasado inició con la aprobación masiva de la consulta popular del pasado 4-F e implica la construcción de otro país. Pero, el segundo escalón del andamiaje requiere cambios cívicos, políticos, sociales, legales, morales y éticos. Esto bajo una estructura económica sólida que clarifique la producción, distribución e intercambio de la riqueza para generar plazas de empleo; que, en definitiva, la mejor política pública es dar trabajo a la gente.

A la vista, un sistema de impunidad y corrupción. La demagogia de una década modificó categorías lingüísticas y ser ‘empresario honesto’ se aplica hoy al enriquecimiento ilícito. Los nuevos ricos se vuelven intocables porque se desvaneció la dinámica de la auditoría y rendición de cuentas. Un ejemplo el reporte de la Unidad de Análisis Financiero y Económico sobre las ‘operaciones inusuales e injustificadas’ en las cuentas de Vinicio y Fernando Alvarado. Otro, la propiedad de cadenas comerciales y locales bajo la edificación estatal de la avenida Amazonas de Quito. ¿No son funcionarios del SRI? ¿Quiénes recibieron las famosas becas de estudios a China?

El cambio ético viene desde una transformación de una educación sin herencia tóxica. No puede ser que nuestros hijos se eduquen con la propaganda de un supuesto ‘buen vivir’ fracasado, derrotado, y con la imagen de Julian Assange en un balcón De hecho, mantener un país no competitivo es un lavado de manos superado solo por Venezuela y Cuba.

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