La violencia no es el camino

Jaime Vintimilla

Para el profesor Galtung la violencia daña y destruye e incluso amenaza con eliminar la paz y la armonía que el derecho y la democracia nos ofrecen como fines esenciales. Infortunadamente en el país se ha instaurado un sistema social donde la violencia se ha convertido paulatinamente no solo en aquel lenguaje que interpreta la falta de argumentos sino además se ha presentado como un pseudomecanismo orientado a resolver conflictos sociales.

Resulta lacerante recordar lo acaecido a lo largo de las últimas décadas donde se ha perseguido a opositores, se ha despotricado en contra del pensamiento diverso, se ha destruido la institucionalidad y se ha dividido a la ciudadanía con consignas que promueven el odio, el revanchismo y la intolerancia.

La violencia no implica únicamente agresiones físicas o diatribas sino que existen aspectos que generan en las sociedades atmósferas propensas a la descalificación, a la generalización y a la satanización. En este sentido, existen dos niveles de violencia, “que no siendo perceptibles por medio del sentido de la vista, conducen o incitan al empleo de la violencia directa” y, consecuentemente, tienen que ser considerados a la hora de la resolución de conflictos: “la violencia estructural y la cultural”.

La violencia cultural “se concentra en aspectos de la cultura, materializados por medio de la religión y la ideología, el lenguaje, el arte y las ciencias en sus diferentes manifestaciones, que justifican o legitiman la violencia directa o la estructural”. Lo más grave es que esta cultura agresiva permite que los otros dos tipos de violencia “parezcan correctos o al menos no equivocados”.

Por último, Galtung define la violencia estructural como la violencia indirecta originada por la injusticia y la desigualdad como consecuencia de la propia estructura social, ya sea dentro de la propia sociedad o entre el conjunto de las sociedades.

Es necesario desterrar el lenguaje violento no solamente de las redes sociales sino de la convivencia, para ello urge cambiar las actitudes frente a los conflictos, pues así se podrá vivir en una democracia que permita corregir las injusticias y contradicciones sociales.

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