La negligencia es notoria

La reciente explosión en un restaurante en Quito, con su saldo de muerte y heridos, obliga a reflexionar sobre las normas que regulan el funcionamiento de este tipo de establecimientos y de todos los que brindan algún tipo de servicio. La investigación y sanción de los responsables de la tragedia está en manos de las autoridades competentes, pero no son pocos los que nos preguntamos por sus causas reales.

La burocracia ha crecido en los gobiernos seccionales y en el central, ¿hoy vivimos mejor los ecuatorianos que antes de su desmesura? Que podamos vivir en paz y confiando que, en lo posible, una tragedia semejante pueda ser conjurada, ¿quién, en verdad, es capaz de garantizarlo? Ante estas situaciones las normas, leyes y hasta los textos constitucionales son papel mojado.

A lo ocurrido se añaden los numerosos casos de femicidios, abuso sexual a los niños, los desaparecidos, los crímenes atroces que tanto abundan, la disfunción familiar y la desidia de no pocos funcionarios. En casi todos estos temas está de fondo la corrupción endémica que nos lastra. Algo no marcha bien en nuestra sociedad. Hay que procurar tener soluciones y pronto.

La negligencia es notoria y su sanción rigurosa es un clamor social. ¿Se trata de un caso aislado? Los reglamentos y normas, ¿son los adecuados? Las autoridades locales, desde el Carchi hasta el Macará, ¿velan por la seguridad de este tipo de locales? La seguridad de los ciudadanos, ¿se asegura solo con más policías y patrulleros? Los juramentos de procurar el bien común, ¿son solo parte del discurso electoral?


Un buen ejemplo es mejor que un buen precepto”. Dwight Lyman Moody Religioso estadounidense (1837-1899)Solo la virtud ha de distinguir al hombre, así como la condenación del vicio y de la ociosidad”. José María Morelos Patriota mexicano (1765-1815)