La fundación de la libertad

En medio de una gran incertidumbre por lo que el futuro nos deparará a los ecuatorianos, conmemoramos la muerte en la cruz de un hombre que cambió la historia de la Humanidad con el ejemplo de su vida y su mensaje. Nada tiene que ver si se es creyente o no, el hecho es insoslayable. Jesucristo, con su sacrificio, puso de relieve las injusticias de su tiempo y de toda la historia hasta hoy, pero también la esperanza de un mundo mejor.

Es tiempo de reflexión y acción, nunca de resignación. Son días de sacrificio, pero también de marchar hacia adelante con espíritu renovado. La inmolación de Jesucristo hace más de dos mil años es un ejemplo de entrega a los demás, un ejemplo de idealismo y de amor al prójimo digno de imitarse, independientemente de que seamos ateos, otros agnósticos, laicos, católicos o protestantes. Morir por el bien de otros es el mayor gesto heroico.

Juan Montalvo escribió que “la democracia pura y santa tiene necesidad de Jesucristo” y también que “uno de los encargos de Jesucristo fue la fundación de la libertad”. En otra de sus obras añadió que no podía oír “su nombre sin un delicado y virtuoso estremecimiento de espíritu, que me traslada como por ensalmo al tiempo y a la vida de ese hombre celestial”.

En Ecuador, además de múltiples y nutridas manifestaciones de fe que son parte entrañable de nuestra cultura, nos abruman grandes y graves problemas económicos, sociales y políticos. Como pueblo anhelamos que más pronto que tarde queden resueltos o estén en vías de resolverse. Es un ejercicio de fe práctica que realizamos todos los días, aun cuando nos pesan hechos como los que ocurren en la frontera norte.


El culto a la vida es también culto a la muerte”. Octavio Paz Escritor mexicano (1914-1998)

El hombre siempre ha tenido que decidir si le rinde culto a su propio poder o el poder de Dios”. Arnold Joseph Toynbee Historiador inglés (1889-1975)