La entrevista

Jorge Oviedo Rueda

¿Fue una entrevista la que sostuvo el Presidente con la prensa la noche del domingo? No, qué va. Fue un interrogatorio para saber si se había aprendido bien la lección.

Janeth Hinostroza y Esatefan iEspín pasaron de ser gavilanes a mansas palomas. A Eduardo Kalifé sólo le queda la voz de locutor, vacía, como una pieza fría de la rutina. Los tres estuvieron como estudiantes temerosos de salirse del libreto.

¿El Presidente? Nada. Parece un muñeco de ventrílocuo al que poco a poco se le va la voz propia. Si detrás de bastidores se calla Mangas o Larrea, se muestra desorientado; si se calla el Foro Económico está más perdido que piojo en cabeza de calvo. ¿El Presidente? Un edificio sin argamasa, que estoy seguro, no durará cuatro años de pie.

¿Cómo calificar su afirmación sobre el caso Assange? Yo no fui, ella fue, porque yo delegué. Eso es solo una pequeña prueba de la falta de solidez mental y coherencia ideológica del mandatario.

Dice que la economía ecuatoriana crecerá en el 2018, pero se mostró incapaz de demostrar cómo y por qué crecerá. Demostró, eso sí, que sin planes económicos en poco tiempo se verá obligado a adoptar el de Lasso y la derecha, porque por la izquierda no va ni a misa. Mintió sobre sus promesas de campaña y adornó la mentira diciendo que las casas que hace su gobierno son bonitas. ¡Bonita pendejada!

En fin, Lenín Moreno es un papel celofán que adopta el color de la cartulina del FMI. Su trillado discurso sobre el diálogo ya cumplió su objetivo: mentirle al pueblo que todo está bien. En el Ecuador de Lenín no están bien ni los santos de las iglesias. Decir que todo marcha es elevar la mentira a política de Estado.
Esta nave necesita un timonel y Lenín demuestra que no puede manejar ni su propia silla de ruedas.

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