Juego limpio

Fabián Cueva Jiménez

El fútbol es un espacio de actividad social que genera grandes noticias, sentimientos, injusticias y fanatismos, moviliza masas y por eso es muy popular en el mundo. No precisamente sirve para solucionar problemas de sus seguidores, es una válvula de escape, borra momentáneamente ingratas situaciones personales y familiares.

Desde nuestro enfoque, es un “instrumento indispensable para la educación y la formación de nuestros jóvenes”, tal cual como lo concibe el español Vicente Del Bosque.

En Ecuador el fútbol profesional creo se convulsionó. Otro español, Ismael Rescalvo, entrenador calificado (¿?), se separó de un equipo en pleno campeonato para ir a otro, abandonó un proceso y a jóvenes deportistas que aspiraban a un crecimiento físico- intelectual y supuestamente en valores y actitudes. Increíble, se cortó por más dinero.

El tema tratado por los actores en todos los medios de comunicación dejó, para los afectados: indignación, decepción por la deslealtad y la ausencia de “juego limpio”; para el renunciante: sencilla y fríamente un contrato cumplido; para los del nuevo equipo, el aprovecharse de la simpleza en la firma de un compromiso con salida legal; y, para otros: una conducta impropia de los “grandes”, la desconfianza, rechazo y repudio.

Ser Director Técnico es una profesión que conlleva a más de ética personal, la de su oficio; es decir, el cumplimiento de principios y de éstos, uno básico, el de la buena fe, que significa ejercer con rectitud, franqueza y honestidad, sin engaños.

El impacto en la educación de estos malos ejemplos es real y repulsivo, esas conductas confunden a niños y adolescentes, pues mientras las actitudes de los padres y profesores son decentes, las que se producen en ese ambiente futbolero terminan desorientando. Unos educan y otros, deseducan.

La Constitución ecuatoriana burlada, Art 83, Nro. 12, obliga a “ejercer la profesión u oficio con sujeción a la ética”. Otra vez apareció el homo “vivisimus”, el que “juega como vive”, para ganar partidos, sin moral alguna.

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