Fin de año…

Alfonso Espín Mosquera

Son horas las que faltan para que el año se termine y no vemos la luz al final del túnel. Hace cuatro días subió el precio de la gasolina extra, a la par que los monigotes, caretas y más disfraces de última hora, empezaron a comercializarse en todas las esquinas. En dos días los “años viejos” se quemarán al son de alguna cumbia tal vez y de dos aguardientes que maten la nostalgia y que hagan olvidar temporalmente lo que hemos vivido.

Mientras tanto, los candidatos a las dignidades seccionales se desesperan por ver cómo lograrán los votos y seguro en su cabeza estarán las ofertas, realizables o no, pero ofertas al fin que les hagan el milagro de ganar.

Ha sido un año duro, nefasto, infame y sin solución. No vemos ningún cambio positivo, no hay ideología que se preste para brindarnos arreglo, porque no solamente se llevaron en efectivo los de la “década ganada”, sino en esperanzas, pues antes de su presencia y ante los males que nos aquejaban, hasta se pensaba en el “socialismo”, como una posibilidad quimérica que nos traiga mejores días, ahora es imposible ante lo vivido, por obra y gracia de Correa y sus secuaces, creer que las revoluciones ciudadanas, bolivarianas o como se quieran denominar, estén a la altura de tanto problema que nos aqueja.

No solamente fueron una utopía, sino la perversión de una época que nos ha dejado en la absoluta pobreza en unos casos y carentes de ilusión y sin esperanza a los demás.

Parecería ser muy duro el panorama, negativo y aun perverso, pero no hay vicios de solución y hasta dudoso en alto grado la presencia de tanto candidato “redentor”, que a sabiendas de la debacle, se despepitan por servirnos, o será por “cuadrarse” para la vida con algunos contratos y negocios oscuros que no faltan en estas lides.

Ojalá se diera una depuración social, siendo bíblicos y extremistas: una lluvia de fuego no solamente sobre los viejos que se han de quemar el 31, sino sobre los politiqueros y sus doctrinas, que sin temor ni compasión se han enriquecido sin límite, a costa del empobrecimiento de las mayorías, a quienes nuevamente quieren engañarles.

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