Ética para electores

Jaime Vintimilla

Cada vez que se advierte que en varios países la corrupción ha carcomido las bases políticas, aparece de manera recurrente el tema de la necesidad de entender y aplicar la Ética. En general, la discusión se orienta por los senderos del ejercicio profesional o de la actividad de los políticos, pero poco se reflexiona sobre el accionar de los electores que son quienes escogen un modelo político o una autoridad.

Considero que sería muy importante generar una suerte de Deontología ciudadana, es decir, urge contemplar la posibilidad de contar con criterios éticos que guíen el ejercicio de la ciudadanía, pues la democracia necesita de ciudadanos que tengan claridad y conocimiento para elegir a las autoridades de turno.

Resulta de trascendental importancia el control de los políticos, pero es momento de solicitar a los ciudadanos algunos comportamientos que les permitan identificar los embrujos de las propuestas populistas o frenar la fiebre de la posición divisionista que empañan las lides electorales, convirtiéndolas en un baratillo de ofertas, muy lejano de un verdadero debate de ideas y planes concretos acompañados además de candidatos honestos y no únicamente de ‘iluminados mediáticos’ que buscan obtener el poder a toda costa.

Esta ética deontológica o de principios debe permitir a los electores diferenciar la verdad y el bienestar de la farfolla y el discurso vacuo, debe convertir al ciudadano en un verdadero constructor de democracia y no en un mero siervo que debe votar porque no hay más remedio, ya que el voto se ha convertido en una obligación desvirtuando lo que realmente es: un derecho y un deber cívico.

Es comprensible y urgente la necesidad del control y sanción de los funcionarios y personas corruptas, así como la judicialización de casos escandalosos que han sumido al país en un verdadero albañal, pero es momento de potenciar a los ciudadanos para que sean los artífices de la construcción de movimientos y partidos políticos transparentes que cuenten con candidatos que muestren un accionar apegado a la beneficencia, no maleficencia y responsabilidad.
Sin este cambio, los nuevos tiranos no tardarán en reaparecer.