Fabián Cueva Jiménez
Encrucijada en Educación. Cuatro ministros en dos años y poca solución a problemas. Recordé la leyenda del nudo gordiano: elegido y posesionado Gordias, ofreció a Zeus su carro, ató su lanza al yugo con un nudo imposible de desatarlo; en el mito, significaba preservar su estatus de por vida. Para evitar ser dominados, Alejandro Magno le desafiaron el zafarlo, después de fallidos intentos, pensó que era igual desatarlo que cortarlo y procedió con su espada.
Difícil situación para la nueva ministra, Monserrat Creamer desatar o cortar como pretendió Milton Luna: un tejido creado en 10 años con malévolas intenciones solo puede ser desentrañado con un plan estratégico, sin perjudicar a largo plazo y resolviendo lo coyuntural. Preocupó la aceptación de la renuncia al exministro, su presencia la califiqué, hace siete meses de “buenas noticias” y el único pedido a su salida, fue un informe sobre “contrataciones y temas pendientes”. Necesario aclarar.
Hay asuntos pendientes, la Ministra de Educación debe conocer, unas pocas trascendentes: desde 2011 no se eligió el Consejo Nacional de Educación, orientador y consultor permanente a la primera autoridad, elaborador del Plan Nacional de Educación y coordinador de la participación ciudadana; reformas a la Ley Orgánica de Educación Intercultural represadas en la Asamblea Nacional; definición del Bachillerato General Unificado que trae problemas a los graduados, ampliación de procesos de capacitación, cambio de la evaluación producto de un Ineval lento, disminución de la cargada burocracia…
El nudo gordiano venció a Luna, ni cortó ni desató la continuidad de funcionarios correístas. Señora Ministra, su anuncio de mejorar la calidad de la Educación mediante una forma activa y dialógica con la comunidad debe estar acompañada de una elevada energía con respeto. Necesariamente saber no significa hacer.